El huracán «Otis» tocó tierra la madrugada del miércoles 25 de octubre dejando a su paso devastación sin precedentes en la ciudad turística de Acapulco. Expertos advierten que estos fenómenos meteorológicos incrementarán en frecuencia e intensidad debido al calentamiento global.

Los desastres naturales han sido parte de la vida costera desde el establecimiento de la civilización por lo que existen maneras de sobrellevarlos. Aunque no es posible prevenir por completo la afectación material que pueden tener los huracanes el desarrollo tecnológico ha permitido disminuirla.

El establecimiento de sistemas meteorológicos especializados fomentó la creación de protocolos de seguridad civil y regulaciones de desarrollo urbano para disminuir los daños humanos ante estas tormentas. Sin embargo, «Otis» demostró que los esfuerzos de prevención no han podido seguirle el paso a los efectos que tiene el calentamiento global en los fenómenos naturales.

¿Cómo se forman los huracanes?

Los ciclones tropicales, sólo llamados huracanes si se desarrollan en el Atlántico norte y noroeste Pacífico, son tormentas de nivel masivo. Se originan debido a una perturbación atmosférica que se combina con condiciones meteorológicas específicas como:

  • Temperatura superficial del agua mayor a 27° centígrados
  • Concentración de nubes cargadas de lluvia
  • Humedad relativa alta en el ambiente

Si dichas circunstancias se dan en una latitud de los paralelos 10° a 30° del hemisferio norte, es decir, por encima del Ecuador, forman un fenómeno conocido como onda tropical. En caso de que se desarrolle en una zona donde corran vientos con flujo circular, el aire caliente se enfriará al subir alimentando las nubes.

Debido al aumento en la condensación de humedad en el ambiente subirá la temperatura lo que propicia el desarrollo de una tormenta en constante crecimiento. Esta tempestad inicial se llama tormenta tropical. Conforme va acrecentándose su tamaño y velocidad puede llegar a convertirse en un ciclón o huracán.

Una vez que son considerados huracanes, según sus características, se clasifican en cinco niveles, donde la categoría uno es la de menor intensidad, y la cinco, la de mayor. Para jerarquizarlos se toman en cuenta: velocidad del viento, altitud del oleaje y potencial destrucción.

Otis azotó la costa con vientos de hasta 270 km/hr por lo que es considerado como huracán de categoría cinco. Para tener algún punto de comparación, el huracán Katrina, que destruyó Nueva Orleans en 2005, también perteneció a esta clasificación.

Puerto de Acapulco tras el paso del huracán Otis.

¿Qué tiene que ver el cambio climático?

El potencial destructivo de los huracanes es directamente proporcional al nivel de las condiciones atmosféricas en las cuales se desarrollan. Es decir, entre más caliente y húmedo sea el ambiente donde se forma el huracán, este crecerá exponencialmente.

Debido a la naturaleza de los requisitos se da la conocida «temporada de huracanes». Esta, que suele abarcar los meses de verano desde junio hasta noviembre, representa el periodo en que el mar de la franja latitudinal cuenta con mayor temperatura y humedad. Sin embargo, hoy el cambio climático propicia que desastres como Otis aumenten tanto en frecuencia como en intensidad.

Otis fue considerado un huracán atípico por investigadores de ciencia atmosférica. No solo por su intensidad, sino por la velocidad de su crecimiento. En menos de doce horas, la tormenta tropical que aún no era considerada un huracán, alcanzó la más alta categoría de ciclones en cuanto a potencial destructivo.

Previo a Otis, la intensificación más rápida de un ciclón habría rondado las 24 a 36 horas. Esto significa que la tempestad que causó daños estimados de $16.000 millones de dólares a la ciudad de Acapulco, dejando un saldo de 46 fallecidos, tardó menos de la mitad de tiempo, que el récord anterior.

Opiniones de los especialistas

La directora de la división del cambio climático en el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), Ninel Escobar, comentó en una entrevista de Aristegui en Vivo las implicaciones del calentamiento global en los fenómenos naturales. 

«Gran parte del calentamiento global es absorbido por los océanos», dijo Escobar. Explica que las emisiones de gases de efecto invernadero provocan que se caliente la atmósfera. El mar absorbe este calor lo cual afecta directamente la formación de ciclones tropicales y huracanes. «A medida que el mar se calienta, estos eventos pueden volverse más frecuentes y más intensos».