Días antes de la llegada del papa Francisco a México se compartió un mensaje del pontífice en el cual aseguraba que venía a nuestro país a platicar con todos aquéllos que lo quisieran escuchar. Esa frase no sólo invitaba a tumbar las fronteras ideológicas; también las geográficas. Durante la visita del santo padre, miles de mexicanos provenientes de distintas partes de la República se dieron cita en las calles y avenidas por las que transitaría el papamóvil para verlo y recibir su bendición. Asimismo, gente de todas partes del continente viajó a nuestro país para compartir esta experiencia. Familias enteras de Venezuela, Colombia, Brasil y, por supuesto, Argentina, fueron partícipes de este acontecimiento especial.
El equipo de Diario UP fue a la avenida de Insurgentes, esquina con la calle Juan Pablo II, para recoger el testimonio de estos extranjeros que visitaron nuestro país y fueron recibidos con los brazos abiertos.
Jamerson es un joven brasileño que vive en la Ciudad de México. Él tuvo la oportunidad de ver al Papa Francisco en la noche de su llegada al país, en un momento que describió como muy emotivo. “No se compara a cuando vi al Papa Benedicto XVI en Guanajuato porque ésa era la primera vez que veía a un papa”, aclaró el joven de 27 años. Actualmente, Jamerson trabaja en la capital del país y no dejó pasar la oportunidad de ver al pontífice a unos metros de distancia. En cuanto al mensaje que deseaba que el papa comparta con los mexicanos, nos comentó: “Espero que su visita sirva para que el pueblo mexicano tenga la esperanza de la llegada de días mejores. El país sufre de violencia y corrupción, espero que en estos días nos deje un mensaje de paz: ése que necesitamos los países de América Latina”. Cuando nos despedimos de él, recuperó su sitio en la valla sin dejar de ondear con orgullo una bandera de su país.
El vuelo de Ricardo Salas, proveniente de Buenos Aires, aterrizó en la pista del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al mediodía del sábado 13 de febrero. Junto a él viajaba una numerosa comitiva integrada por sus familiares y amigos. Cordobeses, porteños y tucumanos se registraron como voluntarios para aportar su “grano de arena” en esta importante visita. En la tarde aquel sábado, pocas horas después de haber aterrizado, decenas de niños argentinos jugaban sobre la avenida de los Insurgentes mientras esperaban el paso del pontífice. Al acercarnos para platicar con ellos nos señalaron con timidez a Ricardo, quien bromeando nos comentó que fue designado como el representante de prensa del grupo. “Estamos desde muy temprano acá pero con una felicidad enorme. Venimos para apoyar a que sea una muy linda recepción. Es una felicidad enorme no sólo como argentino, sino como católico”, compartió Ricardo, quien después le cedería la palabra a su compatriota Constanza Borda.
Rubia y de ojos azules, al igual que sus hijos e hijas, aseguró que: “Estar lejos de nuestro país para ver a nuestro papa argentino acá es una experiencia única. Hay un montón de gente en las calles; es una maravilla que haya tanta devoción y gente que lo quiere ver es algo muy lindo de ver y experimentar”. Le preguntamos a Constanza sobre el mensaje que esperaba escuchar del Papa y si éste era exclusivo para los mexicanos o se traducía a todo el mundo, a lo que ella nos comentó: “Es un modelo de solidaridad y generosidad: un modelo de grandeza. Su voz llega a todo el mundo, tanto mexicanos, argentinos, venezolanos y gente de todos los países que lo seguimos tenemos un gran modelo con él. México es muy cosmopolita y acá todos somos hermanos e hijos de Dios”.
Cinco minutos antes de las 16:00 salió de la nunciatura apostólica el convoy del papa Francisco con destino a la Basílica de Guadalupe. Miles de personas lo saludaban y gritaban su nombre durante el recorrido, entre ellos Jamerson, Constanza, Ricardo y sus familias; en un momento verdaderamente único.
Héctor Tapia Martínez