“Olé, olé, olé Francisco”. Así recibieron al papa Francisco 45 mil jóvenes en el Estadio José María Morelos de Morelia. Las porras que se han escuchado en las calles durante toda la semana no faltaron. La juventud del papa gritaba y ondeaba paliacates coloridos al ver pasar a Francisco hacia el escenario principal.

Desfilaron frente a su santidad jóvenes de cada una de las diócesis del país con banderas de colores y un ánimo que se contagiaba. La expresión del papa era de asombro: lucía como si no pudiera creer lo que veía. Entre símbolos y trajes típicos purépechas, la música sonaba y el tradicional Baile de los Viejitos de Michoacán no podía faltar. Era una gran fiesta mexicana. El papa sonreía y aplaudía encantado de estar ahí.

En nombre de todos los jóvenes de México, se le dio una cruz de regalo y después comenzaron los testimonios de cuatro jóvenes provenientes de diferentes partes de la República Mexicana.

Rosario Castillo fue la primera persona en dar un mensaje al papa. Mencionó que “la palabra amor cuesta trabajo pronunciarse” y que hoy en día es difícil recuperar el sueño de crecer para tener una familia, pero que los jóvenes pedían su ayuda para seguir creyendo.

Alberto, originario de la arquidiócesis de Morelia, le dijo que los jóvenes quieren vivir en paz y ser portadores de vida. Desean que la sociedad nos mire. Dijo que muchos jóvenes hoy en día se dejan llevar por la avaricia y la corrupción, ante la promesa de una vida más fácil.

Un joven proveniente del norte del país se dirigió con cariño al sumo pontífice y le dijo que “su presencia nos impulsa a vivir”. También habló de las inquietudes que la juventud tiene en la actualidad. “Hoy en día cada vez más jóvenes podemos tener una carrera pero nos desanima que el país no nos deja desarrollar esa profesión”. Sabe que gran parte de la solución está en sus manos y le pidió que los ayudara a saber cómo vencer la tibieza.

Finalmente, una joven llamada Daniela habló con claridad y decisión. Mencionó que muchas veces los jóvenes escuchan que son la esperanza, pero que eso le hace preguntarse, ¿quién le da esperanza a los jóvenes? Ella se ha dado cuenta que Jesucristo es la única fuente de esperanza. Le dijo al papa que los jóvenes lo ven como un “amigo cercano, padre y pastor; hermano mayor y juez”, y que al ser latinoamericano “conoce el corazón de todos los jóvenes latinoamericanos”. Terminó diciendo: “Hoy México necesita creer, necesitamos confiar”.

El estadio entero se unió al cantar con amor: “Hazme un instrumento de tu paz”. El papa sonreía conmovido al ver todo esto.

Después de tomar notas de las palabras que los jóvenes le dirigieron, su santidad tomó el micrófono para hablarles de corazón a corazón. Su discurso, lleno de esperanza para todos los jóvenes mexicanos, conmovió hasta las lágrimas a más de uno. Habló sobre la riqueza del país, la esperanza y la dignidad.

“Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven… sí, son ustedes la riqueza de esta tierra”.

El Papa Francisco hablando a los jóvenes como un amigo. // Fotografía: Juan Pablo Gutiérrez

El Papa Francisco hablando a los jóvenes como un amigo. // Fotografía: Juan Pablo Gutiérrez

El papa Francisco aseguró que la riqueza del país son los jóvenes. Dios da esa riqueza tan importante para México y para la Iglesia. Recalcó que la riqueza no es lo mismo que la esperanza. Jesucristo da la esperanza pero ésta nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido. Pidió un momento de silencio para que cada persona se preguntara a sí misma si vale la pena como persona, mientras él continuaba con su discurso diciendo: “No todo está perdido, valgo, y valgo mucho”.

Para el papa la principal amenaza a la esperanza es cuando sientes que no vales, que no le importas a nadie; todos esos discursos que desvalorizan a las personas y las hacen sentir menos. Cuando la gente cree que es valiosa por el dinero que tiene, por la ropa de marca con la que se viste, en el fondo no cree que es digno de cariño y amor.

“La principal amenaza es cuando uno siente que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que por tener un carro sos feliz”.

Entiende que en ocasiones es difícil sentir esa riqueza cuando se pierden amigos o familiares en las manos del narcotráfico, de las drogas y de los criminales que lo único que hacen es sembrar terror en la gente. También cuando no hay oportunidades de estudio y de trabajo, causas que en ocasiones estos grupos aprovechan para seducir con promesas falsas.

“Dios no nos invita a ser sicarios, sino discípulos. Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte”.

Su santidad pide que los jóvenes no se suelten de la mano de Dios. Cuando crean que el mundo se les viene encima les recomienda que abracen a Dios porque es Él quien les hará creer que vale la pena dar lo mejor de uno mismo. Por otra parte, habló de la importancia de la dignidad. Siempre se debe tener la frente en alto y no ser mercadería para los bolsillos de otros.

Por último, mencionó la importancia de la familia ya que ahí se encuentra la dignidad y se custodia la riqueza. La familia es la piedra base de una Nación.

“Me han pedido una palabra de esperanza, la que tengo para darles se llama Jesucristo”.

Al terminar las palabras del papa, los jóvenes comenzaron a cantar “Vive Jesús, el Señor”. El papa con gran emoción se unió al canto. Se soltaron cientos de globos blancos al cielo.

Se expresaron unas palabras de cariño por parte de los obispos y cardenales. Se le pidió que bendijera una Cruz Pastoral Juvenil para cada una de las arquidiócesis de México. Después de que el Papa les diera la bendición, las cruces hicieron un recorrido hasta llegar al centro del estadio, en dónde bailaban jóvenes con vestuarios de la colorida y emblemática mariposa monarca michoacana.

Las mariposas monarca, ícono de Michoacán. // Fotografía: Juan Pablo Gutiérrez

Las mariposas monarca, ícono de Michoacán. // Fotografía: Juan Pablo Gutiérrez

El estadio entero era un solo corazón. El coro y la orquesta crearon ese ambiente de fiesta que orgullosamente hacía resplandecer la cultura de ese estado y de México. La cultura de un pueblo que hoy se unía para recibir al santo padre con una sonrisa.

Aparecieron mariachis, se cantó «Cielito lindo» y el público ondeaba una manta enorme en la que aparecía el Espíritu Santo. El Papa Francisco tomó el micrófono e invitó a todos a rezarle a la Virgen para siempre andar de la mano de Jesús y ser cristianos con dignidad. Al final, como siempre, se despidió diciendo: “Por favor, no se olviden de rezar por mí”.

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María Bolio y Karla Horton