Con un inicio inesperado, un monólogo fuera de lo común y constantes accidentes que te hacen reír, la Compañía de teatro de la UP consiguió llenar el auditorio por tres fines de semana en los que la audiencia gozó de un buen rato al presenciar una comedia dentro de otra: sí, por más raro que suene eran dos obras en una.

Esta obra es un desastre

Sin entender muy bien qué está pasando el productor de la obra se presenta ante el público con su carisma único, mientras los integrantes del staff –preocupados por encontrar a su perro fugitivo y un disco de Luis Miguel extraviado– tratan de llevar la parte técnica de la obra lo mejor posible.

Las luces se apagan y de repente nos encontramos en una mansión de principios del siglo XX situada en Inglaterra y donde hubo un asesinato. ¿Los sospechosos? La prometida, su hermano, el hermano de la víctima y Winston, el anciano mayordomo.

Conforme se va desarrollando la historia en manos de un misterioso inspector los incidentes comienzan a ocurrir: puertas que se traban, camillas inventadas en donde los muertos caminan, tropiezos inesperados, desmayos a causa de la fuerza bruta que uno u otro actor usa para abrir una puerta trabada y las entradas accidentales de la víctima, que supuestamente estaba muerto.

Las actuaciones de los estudiantes estuvieron llenas de pasión y amor por el teatro. Bajo la dirección de Cecilia Sabido, la instrucción en coreografía de Victoria Carreras y la producción de Maite Lot (coordinadora de Arte UP), esta puesta en escena –basada en la obra de Henry Lewis– fue un deleite tanto para el público joven como para el adulto, ya que se trata de una historia que podría pasarnos a todos, en cualquier aspecto de la vida, y que nos enseña que tenemos que reírnos de nosotros mismos y que a pesar de que no todo salga como lo planeamos lo que podemos hacer es disfrutar y divertirnos con lo que hacemos.

Natalia García-Pimentel Zavala