Larissa Orozco y Amélie Hernández
Pasando el lago con sus lanchintas, los puestos de refrescos preparados y algodones de azúcar; levantando la mirada, encuentras al único castillo real en toda América. Hoy, no aloja reyes; sino una nueva propuesta del arte. Al recorrer la empinada subida que recibió en algún momento a Maximiliano y a Carlota; se aprecia el cielo que toma tonos rosas y anaranjados anunciando la proximidad del estreno del nuevo proyecto de Rodrigo González.
A exactamente las 20:33 da comienzo “El Cisne Negro”, una reinterpretación del clásico de Tchaikovsky. Los primeros acordes del “Lago de los Cisnes” inundan la explanada frontal del Castillo de Chapultepec. Sobre las cabezas de espectadores ondea la bandera tricolor perpetuamente iluminada. Al mismo tiempo, se enciende el escenario en tonalidades azules y salen a escena los bailarines – mas no los que esperarías del ballet tradicional .
La historia del Cisne Negro
¿Reinterpretación de qué o qué?
La historia esta basada en el cuento alemán Der geraubte Schleier (El velo robado) de Johann Karl August Musäus. Posteriormente el ballet fue encargado por el Teatro Bolshoi a Julius Reisinger, quién fungió como coreógrafo y a Piotr Ilich Tchaikovsky, quien se encargó de la música. Se estrenó en 1877, desde entonces la historia, baile y música han deleitado a todo el mundo. La historia original, si bien ha sido adaptada a diferentes audiencias incontables veces, mantiene su esencia.
Odette (interpretada en la premier por Paulina del Carmen) rechaza a Rothbart (Arturo Huerta), un hechicero. Como venganza, este le lanza un embrujo condenándola a transformarse en un cisne durante el día. Una noche, el príncipe Sigfrido (Alan Huerta Villagran) se enamora de Odette e intenta romper el hechizo con su amor. Dependiendo de cada producción, el Rey y la Reina (interpretados por Domingo Rubio y Lilia Castaños respectivamente), cuentan con papeles de mayor o menor influencia en la narrativa.
¿Qué dice el director?
«El Cisne Negro» toma inspiración del Lago de los Cisnes original y sus principales temas “amor, desamor, desengaño y muerte” de acuerdo con el director. Pero, esta puesta en escena le da un giro actual. “Quería enfocarme en la parte oscura, no quería menospreciar al personaje de Rothbart, además de que Odette ya no es tan linda ni tan buenita, hay muchos claroscuros” dice Rodrigo. De igual manera, comenta que la narrativa busca ser “una mirada actual algo con la que todos nos podamos identificar”.
Los cambios de trama siguen hasta el final, pero son dignos de ser descubiertos por los espectadores. Andrea, miembro de la compañía de danza de la UP y asistente de la premier, comenta “aunque inesperados, me gustaron los cambios, sin duda se sintió una historia más moderna que podría estar pasando en la actualidad”.
Pero al final es la misma cosa, ¿no?
A los pocos instantes del inicio de la función es notorio que el espectáculo por verse, no es el tradicional ballet que uno esperaría al escuchar la música. Tras escuchar una breve introducción a la historia, narrada por Tere Aviña, entran retorciéndose los bailarines miembros. En ese instante, Rodrigo González rompe con cualquier expectativa previa que pudieras tener de la puesta en escena, en el mejor sentido posible.
Al escuchar él término reinterpretación, sin aclaraciones, esto puede significar cualquier cosa. Cambios en los elementos técnicos como la escenografía o la puesta en escena, quizás incluso en el desenlace de la historia misma. En el Cisne Negro pone a prueba que, con libertad creativa todo vale.
Desde la falta de un vestuario ornamentado con pedrería, hasta el cambio contundente en el desenlace de la historia. Fuera de la música imperativa para la esencia de la historia, es evidente que el «Cisne Negro» de González no es una mera puesta en escena más del clásico ruso. El coreógrafo, que también fue bailarín en su momento, monta una puesta en escena multisensorial que te permite sorprenderte con una historia que probablemente ya conocías.
Nope, no es un ballet.
En cuanto a la coreografía, esta se aprovecha por completo la naturaleza experimental del género contemporáneo. A través de la hora que dura la función; nos encontramos con un uso narrativo de estilos de contemporáneo. De acuerdo con el rol que funge cada personaje en distintos puntos del «Cisne Negro», se integra en mayor o menor medida la técnica «clásica» del ballet original.
Es posible que un ojo no entrenado juzgue dicha volubilidad en estilos como «caótica», e incluso le cause cierta confusión. Sin embargo, González se asegura de que este mismo sentimiento no distraiga, sino aporte a la experiencia emocional del espectador. Aunque puede llegar a ser menos «clara» en primera instancia, la danza contemporánea amplía las posibilidades de vivir la historia en un nivel emotivo totalmente distinto.
¿Y los tutús?
Más allá de la danza, entre los cambios más destacables está el vestuario. Si bien es común que, la vestimenta sea de los aspectos más variables entre producciones, «El Cisne Negro» lo lleva a otro nivel. No se limita a cambiar elementos del diseño , González prácticamente reinventa visualmente lo que entendemos como indumentaria de danza.
Sin una sola zapatilla de punta a la vista, la vestimenta de los bailarines carece de las formas tradicionales del ballet y adopta un look más eco-friendly. Gracias a la brillante Concha Orvañaños de Yakampot en colaboración con Grupo Presidente, la sustentabilidad se integra con la danza contemporánea puesto que todos los bailarines portaban ropa creada a partir de tela reutilizada proveniente de diversos hoteles.
Y sin más spoilers… ¡Aguas las primeras filas! Literalmente. El escenario es totalmente innovador y convierte este proyecto en uno multisensorial.
«El Cisne Negro» es una oportunidad, como pocas, de experimentar un clásico sin saber que pasará después. Del 29 de febrero al 7 de abril de 2024, se continuará presentando en el Castillo de Chapultepec, quien provee “una experiencia 360 con la arquitectura, el lago y la naturaleza”. Los boletos están disponibles en TicketMaster.