El Muro de Berlín no solo dividió a la capital alemana, sino a todo un continente en dos corrientes: el capitalismo y el socialismo. Sus 155 kilómetros de perímetro, tres metros de altura y 186 puestos de vigilancia se erigieron en la madrugada del 12 de agosto de 1961.  Familias, parejas y amigos se vieron separados por el simple hecho de estar del otro lado. Ahora, 30 años después, conmemoramos la caída de una de las obras mas trascendentales del hombre.  

Una caída que merece un festejo

La capital alemana celebrará durante toda la semana el momento histórico en que el Muro se vino abajo. La combinación de circunstancias geopolíticas y la presión de los alemanes del este, la fortificación cayó después de 28 años.  Para recordar este acontecimiento se han planeado centenares de actos que convertirán Berlín en un festival al aire libre. Empezando por la apertura de  una instalación artística comisionada para la ocasión.

La obra, llamada de Visions In Motion, del artista Patrick Shearn, contiene 30 mil mensajes de ciudadanos sobre lo que significó aquel suceso y sobre el futuro. Los mensajes fueron escritos en trozos de tela, colocados sobre una red de 150 metros que flota sobre la calle 17 de junio y que desemboca en la puerta de Brandemburgo. Durante la semana también seguirán más actividades, exposiciones, proyecciones de vídeo, debates y un gran concierto el sábado 9  de Noviebre en la puerta de Brandemburgo. 

“El aniversario es una oportunidad para mirar atrás y también hacia adelante; queremos animar a los ciudadanos a añadir sus recuerdos y expectativas a nuestra memoria colectiva”, dijo el Alcalde Gobernador de Berlín, el socialdemócrata, Michael Müller, en la reciente presentación del programa de actos.

 

El muro que dividió al mundo

Durante la madrugada del 12 de agosto de 1961 en Berlín se irguió una alambrada que dividiría la capital en dos. La ciudad alemana ya era desde el final de la II Guerra Mundial un lugar de continuos roces entre el capitalismo y el socialismo. El levantamiento de la fortificación se convirtió en el principal símbolo de la Guerra Fría, la cual durante décadas mantendría a Estados Unidos y a Rusia en una tensión global.

El Muro de Berlín: una cárcel surrealista

El levantamiento del Muro de Berlín supuso sin duda, la cautividad para los residentes de la zona este de la ciudad. Pero en cierto modo, también hizo de Berlín Oeste una cárcel surrealista, en expresión del compositor húngaro György Ligeti. La huida del capital financiero y humano fue inevitable tras la creación del muro, las industrias que sobrevivían allí se veían duramente afectadas por la situación de aislamiento a la que se veían sometidas y la ciudad dejó de ser un lugar atractivo para la juventud con ambiciones. La población envejecía de manera forzada mientras Berlín Occidental se iba despoblando poco a poco. 

En los sesenta, la tasa de natalidad era de las más bajas del mundo. Las personas que se marchaban superaban en varios miles a los que llegaban, esta situación se prolongaría hasta el final de los años 80. 

Reeducar la rebeldía

La vida en Berlín Occidental era difícil, pero al otro lado del Muro la situación era mucho más dura. El régimen comunista aplicaba un control de la sociedad y de la libertad. Es cierto que durante algunos años, el aparente progreso industrial del país permitiría presentar a Berlín Oriental como una especie de oasis comunista. Pero la vida en Berlín resultaba asfixiante con su propaganda ideológica y bajo el control y vigilancia del aparato represivo del Estado. 

Era fundamental el control de la juventud y el sometimiento de cualquier conato de rebelión, como el que podía ver al final de los 70 con el movimiento punk, al que se sometió a una intensa presión. La reeducación era al estilo militar en las llamadas escuelas industriales. 

Un pasado que no debemos olvidar

El Muro lleva 30 años abajo, sin embargo las lecciones aprendidas no deben de ser olvidadas. El hombre tiende a separar a la sociedad según la conveniencia de algunos, enfrentándonos los unos contra los otros. Sin embargo, es necesario entender que en estos momentos, donde es más necesario que nunca, debemos de mantenernos unidos. 

Las diferencias entre nosotros son nuestra más grande fortaleza y no una debilidad. Si algo debemos aprender de lo sucedido hace 30 años es que juntos somos más fuertes que separados por odio y rencor que al final, no dejan nada. El Muro que separó a muchos, dividió un continente y creó un odio en la sociedad ahora no es nada más que polvo y un recuerdo no tan lejano. 

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