Galileo Galilei, Thomas Jefferson y Albert Einstein son tres figuras que parecen tener poco en común: vivieron en distinta época, nacieron en diferentes países y se dedicaron a ramas del saber diversos. Sin embargo, los tres han sido considerados genios y han tocado al menos un instrumento musical clásico.
Einstein, además de su trabajo en Matemáticas y Física, era un apasionado del violín; Jefferson, el tercer Presidente estadounidense, dedicaba tres horas diarias al violín; mientras que el astrónomo Galileo Galilei era considerado también un prodigio del laúd, un instrumento de cuerda medieval.
La relación entre la genialidad de estos personajes y la música no es casual; según expertos consultados por MediosUP, pues el tocar un instrumento clásico favorece el desarrollo del cerebro.
“La educación musical es importante porque refina la conexión neuronal de quienes practican algún tipo de instrumento, a su vez, supone orden en el actuar humano, al igual que en el funcionamiento cerebral”, explicó Baltazar Pérez, psicólogo del Instituto de Formación Sacerdotal de la Arquidiócesis de México.
“El desarrollo cerebral se debe a que en la práctica (de un instrumento) se trabajan habilidades mentales, de coordinación y concentración, se estimula la creatividad, la expresión y la confianza en uno mismo”, añadió Rafael Acuña, médico cirujano egresado de la UNAM y profesor de Anatomía en el Colegio Isabel Grasseteau.
La lista de genios músicos es larga e incluye a personajes como los inventores Alexander Graham Bell y Thomas Edison; el Premio Nobel de Física el escritor Charles Dickens y el multifacético Leonardo D’Vinci, quien no solo tocaba la lira, sino era compositor.
José Luis Sosa, profesor de música y director del coro de la Universidad Panamericana, señaló que tocar un instrumento musical favorece el trabajo simultáneo de los dos hemisferios cerebrales, y la conjunción de la inteligencia racional, la emocional y el espíritu.
Los mencionados beneficios no solo se dan con la práctica de instrumentos externos, pero también con la propia voz, a través del canto.
“El canto es la intervención de muchas partes del cuerpo, en este caso, lo que son los medios fonadores, la respiración, los pulmones, la producción del sonido en las cuerdas bucales, el diafragma”, detalló Sosa. “El aprenderse las piezas en otro idioma es un trabajo cerebral muy bueno y además genera mucha endorfina, que produce satisfacción y felicidad”.
Evan Le, un niño de cinco años, podría ser el próximo genio músico. Su amor por el piano ha sido notorio desde los dos años, cuando su hermano mayor recibió de regalo un teclado.
Los padres de Evan insistieron en inscribirlo en una escuela de música, sin embargo, no era aceptado por su corta edad, hasta que, en la VRMA, una institución de Westminster, California, le dio la oportunidad.
Según el sitio digital de La Vanguardia, la clase favorita del pequeño es la de Matemáticas, disciplina en la que, con el tiempo, podría laborar.