OPINIÓN | Previo al tercer debate presidencial, marchamos gritando consignas de justicia. Por cuarta ocasión se llamó a la ciudadanía a proteger de un ideal al que todos los mexicanos, sin distinción alguna, tenemos derecho: la democracia. Ante un mandatario con tintes autoritarios, la cuarta Marea Rosa pretendía ser el broche de oro con el que se concluiría este ciclo de manifestaciones detonadas por un mandatario con tintes autoritarios. ¿De verdad lo consiguió?
A pesar de que cada marcha ha presentado sus particularidades, está se diferenció por dos detalles. El primero, y más importante a destacar, es la participación activa de las bancadas de la oposición. Este hecho es inédito pues la Marea Rosa se ha presentado como un movimiento político apartidista. Este, más que decantarse por un candidato, demostraba su inconformidad con el modelo político que ha dirigido al país los últimos seis años.
El segundo distintivo se manifiesta en los invitados a dar discursos sobre la importancia de la causa. En cada ocasión los ponentes son la estrella del evento. Con participaciones espectaculares de José Woldenberg, José Ramón Cossío y Lorenzo Córdoba; la identidad del grupo ciudadano preocupado por el futuro de la nación tomó fuerza.
Este domingo, los ponentes no fueron nadie más que Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, candidatos a la presidencia y jefatura de gobierno respectivamente, por la coalición “Fuerza y Corazón X México”.
Habiendo atendido a los llamados anteriores, esto me causó ruido. Entre los que portábamos el rosa, se encontraban otros envestidos de azul, rojo y amarillo ovacionando partidos que seguirían a ciegas con tal de evitar la alternativa oficialista.
Ahora toca discutir la legitimidad que esto le da a movimientos ciudadanos en marchas como “Mi voto no se toca”. En sus inicios ya se acusaba desde la tribuna presidencial que los organizadores de la Marea Rosa eran los propios partidos opositores. Tras muestras partidistas como las del domingo pasado, no veo por qué no darles la razón.
Por lo mismo, no podía evitar cuestionar el compromiso con la causa de algunos de mis acompañantes. Si la candidata de la oposición mostrara desplantes autoritarios como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador; ¿tendrían la intención de regresar a dar la vida por la democracia como lo hacen ahora? Es posible que no.
Claro que es necesario considerar el contexto actual. En tiempos electorales, es imposible allegarse a un movimiento político sin comprometerse con la visión de algún candidato o candidata. Aún así, nuestro deber es y siempre será, conservar la coherencia – hasta la última instancia. Esto no es más que recordar lo siguiente: la Marea Rosa no debe ser necesaria. Deberíamos dormir seguros de que no habrá intervención alguna al momento de depositar nuestra confianza en el sistema democrático mexicano.
Es así que, sin segundas intenciones, a mis lectores les repito una declaración de Xóchitl Gálvez que llevaré hasta el más remoto de mis huesos.
“Antes que partido, tengo patria.”
Xóchitl Gálvez