Cuando el hombre debe combatir su propia naturaleza de ser un asesino serial con la idea del papá perfecto, aparece este cat and mouse en el que veremos al criminal más buscado, rodeado de 300 personas, intentar mantener sus dos vidas separadas en Trap.
El director M. Night Shyamalan nos entrega un filme que promete consolidar su lento regreso a la distinción que alguna vez lo definió y lo destacó como uno de los mejores directores del último siglo. Con una premisa intrigante que mezcla el suspenso de The Silence of the Lambs con la energía de un concierto de Taylor Swift, esta nueva película ha generado gran expectativa.
M. Night Shyamalan: genio suertudo o artista en crisis
M. Night Shyamalan, el director y escritor de la cinta, ha pasado por tres fases claramente definidas en su carrera. La primera lo vio emerger como un director prometedor, deslumbrando al público y la crítica con películas como The Sixth Sense, que le valió una nominación al Oscar y lo consolidó como una fuerza innovadora en el cine de suspenso. Durante este periodo, su habilidad para crear atmósferas inquietantes y giros inesperados lo distinguió como un narrador maestro.
Sin embargo, su segunda fase estuvo marcada por un declive drástico. Películas como The Happening, The Last Airbender, y After Earth fueron recibidas con burlas y críticas despiadadas, llegando incluso a ser nominadas a los premios Razzie, que celebran lo peor del cine. En este punto, Shyamalan pasó de ser una promesa brillante a un director cuya carrera parecía estar en picada, con su estilo característico convertido en una caricatura paródica de sí mismo.
La tercera fase de Shyamalan comenzó con su intento de resurgir de las cenizas. Colaborando con Blumhouse, volvió a sus raíces con The Visit y Split, películas bien recibidas y que parecían indicar que el director estaba recuperando su toque. No obstante, este resurgimiento ha sido incierto, con lanzamientos posteriores como Glass y Old, que recibieron críticas mixtas y demostraron que, aunque Shyamalan ha recuperado parte de su chispa, su regreso a la grandeza sigue siendo un camino lleno de altibajos
Mucha promesa poco cumpliemiento
Cooper (Josh Hartnett), un hombre atrapado en su propia obsesión por ser el padre perfecto, se esfuerza por darle a su hija Riley (Ariel Donoghue) el día perfecto en un concierto de su cantante favorita. La única cuestión es que el concierto fue ideado como un plan para por fin capturar al asesino serial: The Butcher, quien es nada más y nada menos que Cooper. La lucha interna del protagonista y su deseo de superar constantemente sus propios logros lo llevan a un punto de no retorno, donde sus dos mundos se entrelazan peligrosamente.
Shyamalan nos ofrece una mirada cruda y sin juicios sobre la maldad que puede residir en el individuo, mostrando cómo la enfermedad mental puede convertir a un padre en un monstruo funcional, aceptado por las redes invisibles de la sociedad occidental. A través del largometraje, se exploran temas sociales y personales, aunque a veces el enfoque parece quedarse corto.
La cinta comienza atrapando al espectador con una premisa emocionante, pero lo que empieza como un thriller prometedor se desvanece en un tercer acto ridículo. Hartnett ofrece una actuación destacada de un asesino tratando de ser lo más ¨normal¨ posible, pero los giros inesperados y los diálogos inorgánicos, contribuyen a una caída muy notoria en la calidad narrativa.
Aunque hay momentos de tensión y algunas tomas visualmente impactantes, la película se siente incompleta, dejando varios hilos narrativos sin desarrollar plenamente. La historia del asesino The Butcher, por ejemplo, parece a medio formar y se apoya en clichés genéricos. Si bien Shyamalan no es le mejor en cuanto representar la psicología, solo vean que hizo con la personalidad múltiple en Split, pero aquí llega incluso a fastidiar la historia a largo plazo
¿Existe el nepotismo bien hecho?
Uno de los aspectos más discutidos es la participación de Saleka, la hija de Shyamalan, quien es la estrella en el escenario y canta sus propias canciones, las cuales verdaderamente no son malas. Aunque su música es creíble dentro del contexto, su actuación distrae y es plenamente notorio que ella no es actriz. Esta decisión de Shyamalan de impulsar a su hija en la industria parece más una motivación personal que una elección creativa sólida, pero, sinceramente, si yo fuera papá haría exactamente lo mismo.
El peso de su propia ambición
Trap puede ser descrita como una película ambiciosa que no logra soportar el peso de sus propias pretensiones. La dirección de Shyamalan es demasiado sosa para una premisa tan absurdamente tonta y la narrativa carece de los giros ingeniosos que alguna vez fueron su sello distintivo. A pesar de algunos momentos que rozan lo brillante, como las escenas de Hayley Mills liderando la operación del FBI o ver a Alison Pill como madre de familia, la película falla en mantenerse a la altura de su potencial.
Aunque no llega a los extremos de sus fracasos más notorios, Trap se encuentra en este contexto de un Shyamalan que todavía busca reconectarse con el público de la manera que lo hizo en su mejor momento. Se le aplaude notablemente que sus premisas enganchan y sigue haciendo las cintas que él quiere y como él quiere, lujo del que muchos directores no gozan. Esto jamás será After-Earth ni tampoco Sixth Sense, pero para ir al cine para pasar hora y media sin aburrirse, cumple.
¡Nos vemos en el cine!