Por Fernando Huerta Vilchis

Al parecer, sí, el hombre es una animal de costumbres. El punto está en ver cuáles son las costumbres que va adquiriendo a lo largo de su vida y si son buenas, y cuáles valdría la pena cambiar.

El asunto no es nada fácil. Aprendemos a actuar dentro de una familia y nos incorporamos a los distintos roles sociales, en buena medida siguiendo costumbres. Imitamos lo que los demás hacen y si vemos que no es socialmente reprobable, continuamos con lo aprendido hasta hacerlo costumbre. Alguien dirá que lo anterior es igual a la repetición de actos hasta hacerlos hábitos.

Pues bien, esas costumbres nos ubican en una zona de seguridad: “esto que hago, ya me lo sé y me siento cómodo con ello”; es natural la seguridad que da hacer lo que sabemos, lo que es costumbre y que los demás aprueban. Pero volvamos, ¿cuáles son esas costumbres que hemos adquirido y con cuáles valdría la pena romper? Dejemos la cosa personal y pensemos en la sociedad, más concretamente en esa que llamamos sociedad mexicana.

Una costumbre de los deportistas mexicanos en mundiales de atletismo es no participar (porque no califican) salvo en pruebas de medio fondo y caminata (por cierto, ya sólo vivimos de la fama en estas disciplinas), y en la época de mejor rendimiento de Ana Gabriela Guevara, y la mayoría de las veces, si se participaba, era sin figurara en el medallero. Pues Luis Rivera quiso romper con esa costumbre, además, en una disciplina que debería sorprender a todos: ¡El salto de longitud! Este deportista nacional logró la medalla de bronce tras un salto de 8.27 metros. Decidió cambiar la costumbre de no subir al podio. ¿Qué hacer para lograrlo? Mucha disciplina y trabajo, seguramente; no desvelarse –incluye no ir a antros–, no comer carne contaminada –pues te pueden señalar como dopado y quitar la medalla y algo más–, todos los días hasta hacer de lo bueno costumbre y romper con la historia de costumbres patrias.

Hace unas semanas el mundo se conmovió tras conocer que tres mujeres habían sido liberadas después de años de secuestro y abuso sexual por parte de un hombre (alguien le calificó como monstruo) en la ciudad de Cleveland; el hombre (si aún se le puede llamar así), dijo “en su defensa” que era adicto al sexo. ¿Mala costumbre? ¿Despreciable? ¿Usted qué piensa? ¿Cómo lo calificaría?

Después de responder a las preguntas, qué opina de que en nuestra capital –“la ciudad de la esperanza”, “la capital en movimiento” o  donde “decidimos juntos”, como quiera llamarle– hay una buena cantidad de monstruos, que esclavizan sexualmente a mujeres, muchas de ellas menores de edad. Es público el asunto, según se lee en el diario El Universal, o como también han evidenciado investigaciones del diario Reforma, incluso se señala a elementos de la policía y a algún diputado. Se ha llegado a dar cifras escalofriantes, de un cuarto de millón de personas en México que sufren de esta maldita costumbre, de algunas personas por explotar a otras. Como es costumbre también, no se terminan de enterar los que toman decisiones y tienen el poder público a su favor para contrarrestar estas costumbres, que también hay que decirlo claramente, tanta oferta es porque hay una enorme demanda. ¿Cómo le llamaría usted a esta costumbre?

Cerramos con una tercera costumbre, que dice que algunas cosas sólo se logran a periodicazos. Pues una mala costumbre que al parecer puede empezar a cambiar es la pésima atención y equipamiento que se hace de los cuerpos de bomberos en nuestra Ciudad de México, y es que después de hacer el comparativo, en el diario Reforma, de lo que se le da a los diputados locales en dietas y apoyos mensuales ($278 mil pesos), y el casi inexistente soporte a la labor de los bomberos, se ha anunciado que les darán 60 millones para mejorar sus condiciones.

Véanlo así, si se quema la casa o departamento donde viven, los diputados formarán una comisión para investigar, legislarán y estará prohibido que se incendien los hogares. En cambio, en la misma situación, los bomberos llegarán con el equipamiento defectuoso, viejo y gastado que tienen, a tratar de salvar su vida, a riesgo de la propia. Yo prefiero un bombero bien equipado. ¿Podremos cambiar de costumbres a favor de todos?

Imagen de portada: http://www.excelsior.com.mx/adrenalina/2013/08/17/913990

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Fernando Huerta Vilchis es Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y Maestro en Comunicación Social por la Universidad Panamericana. Actualmente es candidato a Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro de la World Association for Public Opinion Research (WAPOR), de la Association for Education in Journalism and Mass Communication (AEJMC) y del Grupo Análisis Latinoamericano de Ciencia Política (ALACIP). Profesor en la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana Campus México. Puedes contactarlo en: fhuerta@up.edu.mx