El posicionamiento estratégico en campañas políticas se refiere a cómo un candidato o partido político se define ante los electores para diferenciarse de sus competidores.

Dicha estrategia no solo incluye el mensaje que desean transmitir, sino también cómo, cuándo y a través de qué medios lo hacen. El objetivo es crear una imagen clara y atractiva en la mente de los votantes, que resuene con sus valores, necesidades y expectativas.

Formas posicionamiento en campañas políticas

Los tipos de posicionamiento pueden variar de acuerdo a los objetivos de las diferentes campañas, algunos de los más utilizados son:

  1. Basado en valores: enfatiza los principios y valores del candidato o partido, como la justicia social, el conservadurismo, el progresismo, etc.
  2. Por temas específicos: se centra en propuestas concretas para problemas específicos como la educación, la seguridad o la economía.
  3. Anti-establishment: a menudo utilizado por candidatos que se presentan como una alternativa a la política tradicional, criticando el status quo y proponiendo un cambio radical.
  4. De coalición: busca unir a diversos grupos bajo una causa común, destacando la inclusividad y el apoyo mutuo entre diferentes sectores de la sociedad.

Dentro de los ejemplos de posicionamiento estratégico en la campañas políticas encontramos:

  • Barack Obama en 2008: utilizó un posicionamiento basado en valores de esperanza y cambio, que resonó especialmente con jóvenes y minorías.
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  • Donald Trump en 2016: optó por un posicionamiento anti-establishment, con el lema «Make America Great Again«, apelando a votantes preocupados por temas de migración y economía nacional.
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La importancia del posicionamiento estratégico

La característica es crucial porque define la percepción pública del candidato o partido. Una estrategia bien definida y ejecutada puede llevar a una campaña exitosa, mientras que un posicionamiento pobre o confuso puede resultar en una percepción negativa y la pérdida de votos.

Además, un buen posicionamiento permite a los candidatos controlar el debate público y dirigir la atención hacia temas donde se sienten más fuertes o donde sus oponentes son vulnerables.

No se trata solo de vender una imagen, sino de conectar de manera efectiva con los electores, entender sus preocupaciones y ofrecer soluciones que los motiven a votar por una opción determinada. Su correcta implementación puede ser decisiva en el resultado de una elección.

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