La flor de Cempasúchil es parte de una tradición que los mexicanos hemos adoptamos por muchos años y la seguimos utilizando en estas épocas para adornar nuestras calles y casas, sin embargo, muy pocos conocen sobre su significado.

Esta flor que adorna nuestros altares, tiene más significado que solo ser parte de la época o llenar de colores los mercados de nuestro país. Además de ser bonita y colorida, el Cempasúchil tiene raíces que llegan hasta la época prehispánica. 

Cempasúchil, una flor con mucha historia

La palabra Cempasúchil viene de la palabra náhuatl, Cempohualxochitl. Compuesta por las palabras cempohuali (20) y xóchitl (flor). Por esta razón nuestra hermosa flor mexicana significa flor de 20 flores. Es fácil de entender el porque de su nombre, pues pareciera estar hecha de pequeñas florecitas. 

Esta flor no solo esta compuesta de muchas flores, también tiene muchos nombres. Es conocida como flor de los muertos, cempasochil, cempoal, flor del difunto, flor de cempoal, etc. Incluso en varios dialectos indigenas su nombre varía muchísimo. Imagínate que cada muerto la llama como más le gusta. 

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Para nuestros ancestros indigenas, los pétalos de la flor representaban el sol. Parte de la razón por la que las ponían en las tumbas era porque creían que guardaban el calor del astro rey y que así el difunto no olvidaría la sensación. También se creía que su aroma y vivos colores guiarían a los muertos durante su viaje. 

 

La leyenda de la flor de los muertos

Se cuenta que en el Valle de México vivía una hermosa mujer llamada Xóchitl. Su belleza era tal que Tonatiuh, Dios del Sol, se enamoro perdidamente de ella. Todos los días, Tonatiuh recorría su camino y pasaba por la casa de la joven. Un día, él decidió adquirir forma humana para acercarse a la muchacha y profesarle su amor. El Dios se cubrió con hermosos ropajes y un sombrero, se acercó a la joven y la invitó a ver juntos el atardecer. Xóchitl se enamoró de él, sin saber su verdadera identidad.

Pasaron juntos 20 atardeceres, aunque a los enamorados se les partía el corazón en dos cuando tenían que despedirse al amanecer. Movida por la curiosidad, Xóchitl quiso saber el origen de su amado, así que una noche, después de despedirse de él, lo siguió. Cuando Tonatiuh llegó a una colina, se despojó de sus ropajes y descubrió su brillante identidad. Su resplandor la cegó y huyó asustada.

Al no poder ver, ella tropezó, cayó a un barranco y falleció. Tonatiuh descubrió el cuerpo de su amada, y con dolor lo acarició con sus rayos. Su tristeza provocó que derramara una lágrima, la cual al tocar el cuerpo de Xóchitl la transformó en una hermosa flor de pétalos amarillos y anaranjados, de color intenso. La flor la conocemos como Cempasúchil. 

Así que la próxima vez que veas o compres una flor de Cempasúchil recuerda de dónde viene. Sin duda alguna, las tradiciones mexicanas están hechas para preservarse pero es nuestro trabajo mantenerlas.