“Hay pájaros en el alambre”. La conocida alerta de los que se saben espiados es hoy motivo de indignación. Filtraciones que superan las distopías de Orwell y operaciones clandestinas que hacen palidecer las más escalofriantes de la Guerra Fría.

No son tres los canarios del alambre. Son parvadas que oscurecen los cielos donde flotan. Se esconden con siglas aparentemente inocuas: NSC, MI6, ONI, DOD…

Rastrean movimientos en Google, Facebook, Twitter, YouTube… Intervienen correos, cuentas bancarias, páginas web…

Husmean y atacan. Sus virus son despiadados; sus recursos, enormes; los daños, incalculables.

Según los gobiernos, lo hacen para proteger a los ciudadanos; según los mercadólogos, para atender mejor a los consumidores.

Coctel que atrapa entre sus hielos una contradicción cultural. Cientos de millones que diariamente buscan informaciones en la red. Otros tantos que reclaman atención y “cuelgan” como en muros y tendederos múltiples prendas, algunas bastante íntimas.

Las prendas expuestas al sol y al viento exhalan obsesiones, gustos, y vulnerabilidades.  Son ellas el alimento de las aves de rapiña que merodean desde el ciberespacio.  Lo cocinan  con algoritmos y lo entregan en manos de los comerciantes y publicistas como conocimiento de hábitos, gustos y tendencias.

El tema, desde luego, seguirá dando mucho de qué hablar. Y el tirabuzón puede meterse a profundidad. De entrada podríamos extraer estas reflexiones.

Hay valores encontrados: derecho a la información y ominosa intrusión de la privacidad.

Hay jurisprudencia aterrorizante: en Internet no existe el derecho a ser olvidado.

Hay paradojas: inclinación a divulgar y rechazo a la regulación.

Hay contradicciones: afán de exhibicionismo y reclamos de privacidad.

Hay dilemas: transparencia o discreción.

Hay explicaciones rápidas: es una conspiración del poder político y económico.

Hay explicaciones razonables: la responsabilidad es compartida. Nos espían por nuestra indiferencia, ignorancia o por consentimiento tácito de consumidores dispuestos a escuchar ofertas.

Hay un hecho irrefutable: los conceptos de intimidad y privacidad han cambiado de significado.

Hay incongruencias: son pocas las universidades que marcan como “Like”, o “Favorita” las asignaturas éticas.

Por José Luis Ortiz Garza

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José Luis Ortiz Garza es director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, Campus México,  y profesor e investigador de la misma. Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Su pasión por la investigación histórica documental se ha plasmado en tres libros sobre la propaganda de guerra y uno más sobre la radio fronteriza en el norte de México. Ha contribuido con capítulos de libros publicados en editoriales de Londres, Viena y Frankfurt. Ha realizado estancias de investigación en Washington Austin y Nueva York, y ha dictado conferencias en numerosas ciudades del país y del mundo. Es miembro de la Academia Mexicana de Comunicación. Desde 2009. Puedes contactarlo en: jlortizg@up.edu.mx