Frank Chance, primera base y entrenador de los Chicago Cubs, ganó la penúltima Serie Mundial para los Cachorros en el Bennett Park de los Tigres de Detroit en el juego 5 de la serie de 1908. Treinta y siete años después, estos dos equipos volvieron a verse las caras en una Serie Mundial, en un encuentro que marcaría el inicio de la sequía para los de Illinois.

Ese día de 1945, cuando ya todo estaba listo en el Wrigley Field de la ciudad de los vientos para el juego 4 de la serie entre los Cachorros y lo Tigres, arribó a la entrada del estadio el dueño de una taberna local, Billy Goat Tavern, el señor Billy Sianis, acompañado de su cabra, con quien planeaba disfrutar el encuentro. Sin embargo, al llegar al punto de seguridad, se les negó la entrada a estos dos personajes ya que se alegó que la cabra tenía un humor muy duro para ser soportado por los demás aficionados dentro del inmueble.

Ante la negativa, el aficionado levantó los brazos y exclamó: “¡Los Cubs no volverán a ganar nunca una Serie Mundial!”

Pocos le dieron importancia al suceso en un primer momento, pero tras perder la Serie de ese año, la llamada “‘maldición de la cabra’” se popularizó.

Los de Illinois no volvieron a aparecer durante décadas en una Serie Mundial, además de que durante varios años se colocaron entre los peores equipos de las Ligas Mayores de Béisbol con marcas de horror como en 1981 (31 juegos ganados por 65 perdidos) y en 1994 (49-64).

Aires de cambio comenzaron a soplar la temporada 2014/2015, cuando el equipo devolvió las esperanzas a su afición al llegar hasta la final por el campeonato de la Nacional. Sin embargo, los Mets de Nueva York apagaron cualquier luz al ‘barrerlos’ en la serie.

Comenzando la temporada 2015/2016, los Cubs salían en distintas casas de apuestas como el candidato número uno a llevarse el título mundial y así se mantuvieron hasta la postemporada, cuando el panorama pareció oscurecerse por el poderío de los rivales que tendría que vencer en los playoffs de la Liga Nacional: Los Ángeles Dodgers y los Gigantes de San Francisco.

Llegaron con marca de 103 partidos ganados y 58 perdidos en la temporada regular, para así descansar en la primera ronda de eliminación directa y con ello esperar al rival entre Gigantes y Mets.

Al pasar los Gigantes, campeones del Clásico de Otoño de 2014, los Cubs ya estaban más que listos para ellos y en cuatro juegos los despacharon en su propia casa. Después vendría Adrián ‘Titán’ González y los Dodgers en busca de detener a estos cachorros. Sin embargo, los dirigidos por Joe Maddon, se llevaron la batalla en seis encuentros y, con esto, rompieron la primera maldición de 71 años sin asistir a la fiesta principal del béisbol de las Grandes Ligas.

En esta, el rival a vencer eran los Indios de Cleveland, quienes tampoco había logrado coronarse en la Major League Baseball desde hace 68 años –consiguieron su último título de Serie Mundial en 1948 en contra de los Bravos de Boston-.

Los dos equipos con la mayor sequía se enfrentaban y eso generaba una expectativa no vista en los últimos años del rey de los deportes.

Llegó el primero de la serie en Cleveland y los Indios vencieron con facilidad; en el segundo, los Cachorros respondieron con la misma dosis para llevar una vez más el juego al campo de Wrigley Field. Ahí, la serie se puso en contra de los de Illinois (1-3).

El quinto juego fue de alarido al terminar la partida con marcador de 3-2 a favor de Chicago gracias a la salvación de una de las figuras de este Clásico, el cubano Aroldis Chapman. Posteriormente, el juego 6 fue un llorar y llorar para Cleveland al ser vapuleados 9-3 en casa, permitiendo que la serie se empatara y se extendiera hasta el séptimo juego del 2 de noviembre.

Se criticó que el manager Maddon dejara demasiado tiempo a Chapman en la lona durante el penúltimo juego, pero en conferencia de prensa dijo que esto no afectaría su funcionamiento y estaría listo para ponchar a cualquier en el último de la serie. Así el cubano salió al montículo en la octava, cuando la noche ya brillaba.

Todo parecía un sueño, los oseznos llegaban a la sexta entrada con Jon Lester en el picheo y ganaban 6-3 al momento. La ventaja se mantenía, pero en el cambio de pitcher para la octava, con Chapman en la loma, los Indios empatarían el juego tras un sencillo de José Ramírez que sería impulsado por el doble de Brandon Guyer y que posteriormente marcaría su carrera gracias al jonrón del veterano Rajai Davis.

Y si algo podría ser peor para los fanáticos de los Cubs, el partido se suspendería por alrededor de 15 minutos por intensa lluvia. Por si fuera poco, el picheo de la alta y baja de la novena fue tan bueno, que el juego se tuvo que ir a extra innings. El partido se había vuelto no apto para cardíacos.

En la alta de la décima, los Cachorros no perderían el tiempo. Kyle Schwarber sacaría el primer sencillo, pero lo sustituiría Albert Almora en la primera base. El avance parcial se dio hasta la llegada del jugador más Valioso del encuentro, Ben Zobrist, quien conectó un doble hacia el jardín izquierdo. Este diamante permitió que Almora rompiera el empate y que Anthony Rizzo quedara listo en la tercera base para colocar el ocho en el marcador.

El festejo se acercaba. Miguel Montero conectaba un sencillo hacia el jardinero izquierdo de Cleveland, Brandon Guyer, y con esto el partido se ponía a dos carreras de diferencia que ya no remontaría la tribu. La agonía aumentó con la anotación de Guyer pero la defensiva azul detuvo cualquier posibilidad de empate con el ponche de Michael Martínez tras una gran conexión entre Kris Bryant (3B) y el último anotador del actual campeón, Rizzo (1B).

Los seguidores de los Cubs celebraron de manera distinta. Uno fue grabado mientras escuchaba el juego al lado de la tumba de su padre -como se lo había prometido-; otros consumieron cervezas que habían guardado desde hace más de 30 años, mientras que unos más festejaron a sus 90 años desde el asilo con sus parejas.

Jorge Herrera Navas