Desgarradora es una adecuada palabra para describir la nueva película del director Kenneth Longerman.
Se trata de 135 minutos condensados en una
narrativa densa y de visión desalentadora, pero que al mismo tiempo consigue transmitir una serie de emociones auténticas, como el perdón y el amor. Todo esto logra crear una sensación agridulce al finalizar la película, donde se combina el nudo en la garganta y la media sonrisa.
Esta mezcla de sentimientos es la derivación de una serie de elementos visuales, actorales y narrativos que hacen de “Manchester By the Sea” una película sobresaliente dentro del universo cinematográfico y un importante candidato dentro de la pugna por el Óscar a mejor película.
La trama cuenta la historia de un deprimido y amargado Lee (Casey Affleck) quien, tras la muerte de su herma Joe (Kyle Chandler), tendrá que ser el tutor de su sobrino Patrick (Lucas Hedges). La sencillez, en primera instancia del argumento, esconde un pasado obscuro que ha dejado una terrible huella en el alma de Lee.
El desconsuelo que embarga cada instante de su vida lo han convertido en un individuo antipático, reservado y violento. En todo momento vive una batalla en su interior, lo que provoca que busque refugio en el alcohol y en la relación bipolar con su querido sobrino Patrick.
La actuación de Casey Affleck ha sido considerada la mejor de su carrera e, inclusive, le ha valido una nominación al Óscar por mejor actor. La manera en que consigue representar el papel de su personaje, con su dolor y hastío por la vida, es sobrecogedor. Uno no puede evitar sentir pena y simpatía por el personaje de Lee, gracias a los soberbios dotes de Affleck. Su mirada perdida, su tono de voz frágil y cansada, o sus arranques de emotividad son interpretados de forma realista.
Pero Affleck no es el único con una actuación destacada, ya que el joven Lucas Hedges está también nominado, pero en la categoría de mejor actor de reparto. La fragilidad que logra reflejar Hedges es de aplaudir. Su personaje, con un aura de chico malo y mujeriego, tiene una faceta delicada que se logra expresar de manera precisa, acentuando el valor de la narrativa. Hedges desentraña a un camaleón emocional donde se conjuga la negación hacia la muerte de un ser cercano y el intento por minimizar esa perdida, mientras busca alternativas que ayuden a sanar la herida, como el sexo o conversaciones de temas triviales.
La estructura narrativa ha sido elogiada por los críticos ya que hace uso de los flashbacks de manera inteligente para poder brindar un trasfondo en los momentos de mayor impacto. Estos pequeños episodios del pasado se van integrando a la historia de manera paulatina, dándole entendimiento a las acciones y fuerza emocional al desenlace.
A pesar de la triste atmosfera que impera en el filme, hay ciertos elementos más alegres que se pueden rescatar y que son el saborcillo que se queda al final.
La relación entre Lee y Patrick, a pesar de sus tensiones, es una de amor, entendimiento y ternura. Para Lee, su sobrino es la única persona que le influye ánimos para querer seguir con su vida, ayudándole a volver a tener ciertos momentos de felicidad. Por su parte, Lee se preocupa por Patrick, lo aconseja y lo apoya en sus momentos de quiebre emocional. Es una relación necesaria para las dos partes, lo único que les impide llegar a un quiebre emocional irreversible.
La película aborda también la cuestión del duelo y la aceptación de la muerte. Cada personaje tiene su manera de intentar afrontarla y eso ilustra la polaridad de maneras de controlar los sentimientos por parte de los personas. Lee es frío y Patrick un poco más expresivo.
Al final, se trata de una película que aborda una serie de temas que muestran la inestabilidad del ser humano y su capacidad para superar una de las mayores adversidades a las que uno se puede enfrentar, la muerte.
Manchester by The Sea ha sido recibida con críticas mayoritariamente positivas. Ha logrado tener un 96% de calificaciones positivas en Rotten Tomatoes.