Poster oficial Lost in Translation / Crédito: Lost in Translation Facebook

Poster oficial Lost in Translation / Crédito: Lost in Translation Facebook

Ficha Técnica

Título: Lost in translation (Perdidos en Tokio)
Director: Sofia Coppola
Año: 2003
Elenco: Bill Murray, Scarlett JohanssonGiovanni RibisiAnna Faris
Guion: Sofia Coppola
Duración: 101 minutos
Clasificación: B

Reseña

Al ser hija del afamado director Francis Ford Coppola (trilogía de El Padrino), uno podría argumentar que parte del éxito de Sofia Coppola es gracias a su apellido.  Si bien esta afirmación tiene parte de verdad —su padre es productor ejecutivo de todas sus películas—, con Lost in Translation Sofia demostró al mundo del cine que contaba con un estilo cinematográfico propio. Esta cinta no sólo ha sido el punto cumbre de su carrera, sino que además la hizo merecedora del Oscar a Mejor Guion Original en 2004; además de recibir las nominaciones a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor para Bill Murray. Este filme cuenta con un estilo tan peculiar que incluso ahora, 10 años después de su estreno, levanta preguntas, intriga y curiosidad.

El largometraje narra la historia de Bob Harris (Bill Murray) un actor deprimido que se aloja en un hotel en Tokio, donde se encuentra para grabar un comercial de whisky. Se comunica con su esposa únicamente por fax y vive el monótono día a día entre el aburrimiento y la tristeza. En el hotel conoce a Charlotte (Scarlett Johansson), una joven recién graduada de la universidad, quien se encuentra allí debido al trabajo de su distraído esposo (Giovanni Ribisi). Ella tampoco es feliz en su matrimonio y en esa extraña ciudad llamada Tokio. Juntos van descubriendo en sus paseos por la ciudad cada vez más uno del otro, de sus relaciones y, lo más importante, de ellos mismos.

Este fue el segundo largometraje de la directora, quien anteriormente había dirigido Las Vírgenes Suicidas en 1999. Por otro lado, es el que marcó el estilo narrativo que siguió utilizando a lo largo de su filmografía. Al contrario de su debut cinematográfico, en esta película Sofia Coppola ya tiene claro cómo va a manejar su historia y qué es lo que quiere contar al espectador. Lo que hace única a Lost in Translation es que la directora decide relatar la vida de estos personajes  con un estilo cotidiano e intimista, casi como si no hubiese una trama detrás de todo. Al igual que en María Antonieta (2006) y su producción más reciente, The Bling Ring (2013), da la impresión de que Coppola no hace más que dirigir su cámara hacia estas dos personas en un momento particular de su vida, sin inmiscuirse y sin manipular las situaciones que los rodean.

Crédito: Focus Film

La intimidad con la que trata a sus personajes es lo que provee a sus películas de ese realismo carente en muchas producciones actuales, donde todo parece estar maquinado, diseñado, ya formulado. El punto de este manejo de la historia es que el espectador se sumerja en la vida de estas personas, las conozca, las comprenda, y deje de lado el tema central para ver cómo se desarrolla la situación. Sofia se toma su tiempo para contarnos esta historia, sus cintas son lentas y requieren de mucha paciencia. Por eso a algunos a veces les puede dar la sensación de que no se está llegando a ningún lado, de que la película no trata de nada realmente; pero he allí el talento de Coppola: contar una historia y llegar a un punto sin que la audiencia se dé cuenta, llevarla casi inconscientemente a través de otro tipo de experiencia cinematográfica

Es por este manejo narrativo que el largometraje, al igual que el resto de la filmografía de la directora, pone gran parte de su peso en las actuaciones. Es tarea de los actores construir estos personajes tridimensionales, llenos de conflictos, deseos y anhelos. En Lost in Translation Bill Murray y Scalett Johansson cumplen con el cometido perfectamente. Murray da probablemente la mejor actuación de su carrera en esta cinta; su Bob Harris es un hombre totalmente vacío, deprimido, pero que trata de borrar estas emociones de su mente con ironía y humor. De no ser porque ésta es una película, uno podría llegar a  pensar que Murray se está interpretando a sí mismo. Y he allí lo interesante de su actuación: se siente como si estuviéramos viendo a un actor real, alguien de carne y hueso, que realmente no sabe qué hacer de su vida.

Scarlett Johanson también recibió varias nominaciones por este papel —entre ellas la del Globo de Oro a Mejor Actriz de Comedia— y complementa perfectamente al personaje de Murray. Pese a ser de edades totalmente distintas, Charlotte y Bob se entienden porque ambos son extraños, no sólo en esa ciudad tan extravagante llamada Tokio, sino en el mundo que los rodea. Johanson interpreta a Charlotte con esa misma depresión e incertidumbre que tiene Bob, pero ella lo trata de esconder con sarcasmo, picardía y un aire de superioridad intelectual frente a los que la rodean. Juntos, Murray y Johansson hacen una de las parejas más memorables en la historia del cine moderno.

Sin embargo, esta película no es de romance, al menos no en el estricto sentido de la palabra. Bob y Charlotte sienten una admiración por el otro, sí, pero su relación va más allá de lo físico. Lo que ven en el otro es un compañero, un amigo que también está perdido en esta nueva cultura, en esta nueva ciudad, en esta nueva realidad: Tokio (otro personaje importante de la película). Coppola nos muestra las tradiciones japonesas y la ciudad con el mismo respeto con el que trata a sus protagonistas. Nos muestra lo extraño que resulta para ellos, y por ende para nosotros, entender lo que ocurre a su alrededor. No obstante, lo hace sin ridiculizar las costumbres o tradiciones japonesas.

Lost in Translation no es para todos. Aquellos que no disfruten de las películas lentas o que gusten de tramas dinámicas y activas probablemente la encuentren aburrida o poco interesante.  Sin embargo, aquellos gustosos de probar otro tipo de cine y de gozar de una experiencia poco común, donde la trama avanza lentamente para degustar de los personajes, probablemente encontrarán en esta película una satisfactoria opción para invertir su tiempo.

Calificación: 4 estrellas de 4

Datos curiosos

De actriz a directora: Sofia Coppola hizo su debut en el mundo del cine cuando tan solo contaba con un año de edad, como el bebé del personaje de Michael Corleone en El Padrino. Tras las duras críticas que recibió por el papel de Mary Corleone en El Padrino III —acompañado varias acusaciones de nepotismo— y el de la doble de la princesa Padme (Natalie Portman) en Star Wars episodio I: La Amenaza Fantasma, dejó la actuación para dedicarse exclusivamente a dirigir y escribir.

Crédito: El Padrino Facebook

Familia de cineastas: con el Oscar que Sofia recibió a Mejor Guion Original por Lost in Translation, la familia Coppola se convirtió en la segunda en tener tres generaciones de ganadores del Oscar: su  abuelo Carmine Coppola ganó Mejor Banda Sonora por El Padrino II y su padre Francis Ford Coppola tiene 5 premios Oscar, incluyendo Mejor Director y Mejor Guion.  La primera familia en conseguirlo fue la de los Huston.

Crédito: Focus Film

Bill Murray, única opción: Sofia Coppola admitió que escribió el papel de Bob Harris exclusivamente para Bill Murray, y que si él hubiese rechazado la oferta ella no habría filmado la película. La decisión del actor al final resultó favorable: la única nominación al Oscar a Mejor Actor en toda su carrera; Murray ha dicho que de sus películas, ésta es su favorita.

Crédito: Focus Film

Mujer directora: con su nominación por esta película al Oscar a Mejor Directora, Sofia Coppola se convirtió en la tercera mujer en toda la historia en estar nominada a este galardón y la primera estadounidense (las anteriores fueron la Neozelandesa Jane Campion por El Piano y la italiana Lina Wertmüller por Pasqualino Settebellezze). Hasta ahora, la única mujer que ha ganado este premio, y la cuarta nominada, fue Kathryn Bigelow por The Hurt Locker en el 2010.

Crédito: Focus Film

 Jorge Marcelo Espinoza Lasso