Líbano se une al grupo de naciones inconformes tras un aumento en los impuestos. En concreto, el Gobierno libanés decidió se aplicara una tarifa de 5.4 euros mensuales en las llamadas realizadas a través de WhatsApp y Facebook Messenger. Esto irritó a los habitantes del país, por lo que decidieron salir a las calles a manifestarse. 

Sin embargo, esta medida es solo la punta del iceberg. Los reclamos de los marchantes abarcan la ineficiencia de la política fiscal, el deterioro económico y otras problemáticas que engloban el contexto socio-político del país, como la crisis ambiental.

¿Cómo protestaron?

Los involucrados en la ahora llamada “Revolución del WhatsApp”, emplearon el rumbo pacífico para hacer resonar su mensaje. Así, el baile y el canto se convirtieron en las armas principales de quienes reclamaban públicamente al Gobierno. La frase “La gente quiere derrocar al régimen” era proclamada a la vez que las banderas libanesas ondeaban.

La tradición y cultura de Líbano se mantuvo presente. Algunos miembros del hecho se expresaron con festejos típicos, como el ‘dabké’, en el que varias personas se toman las manos y forman una fila para bailar.

Incluso, hubo quien prefirió añadirle un tono simpático al evento. El tema infantil titulado “Baby Shark” se volvió protagónico durante las marchas, pues algunos de los presentes se percataron de la presencia de algunos niños pequeños. 

Es más, la música resonó todavía más cuando un DJ se asomó por su balcón para ofrecer un concierto a las personas próximas a su edificio.

Eso sí, no todo fue danza y canto enteramente pacífico. El viernes pasado, miles de ciudadanos se reunieron frente al palacio de gobierno, bloquearon el acceso al aeropuerto e incluso quemaron carteles políticos.

¿Para qué o qué?

Todo este evento cobra más sentido si tomamos en cuenta que Líbano cuenta con una deuda de 86.000 millones de dólares, que corresponde aproximadamente al del 150 % del PIB de la nación. Esto convierte a Líbano en uno de los países más endeudados del mundo.

¿Y qué pasó?

Tras un par de días, quienes se encontraban protestando en las calles de Beirut consiguieron la respuesta del Gobierno. Saad Hariri, Primer Ministro de Líbano, en conjunto con su gabinete, optaron por aplicar reformas urgentes al paquete económico.

No obstante, la situación orilló a centros educativos, negocios locales, y hasta fábricas enteras a permanecer cerradas hasta que el orden público no se recobrara.

Sin muchas opciones, la administración actual de la nación libanesa se vio obligada a liberar los presupuestos para 2020, con un déficit del 0,6% frente al 7% previsto para el vigente ejercicio y sin introducir nuevos tributos.

Además, la inicial tarifa para las llamadas de Whatsapp fue descartada.