La falta de fe y otros males

admin 14 julio, 2013
Updated 2018/08/15 at 8:26 PM
Cortesía: voces.huffingtonpost.com
Cortesía: voces.huffingtonpost.com

El 29 de junio, apenas hace un par de semanas, poco más, el Papa Francisco publicó la primera encíclica de su pontificado: Lumen Fidei, que sigue con lo que había iniciado su antecesor, el ahora Papa emérito Benedicto XVI, dar luces para este Año de la Fe.

¿Por qué hablar de la fe en estos tiempos? Razones hay muchas y bien vale la pena entrarle a estos temas, que a veces uno da por descontado, posiblemente porque inquieta tocar lo que puede resultar más trascendente. Tres botones de muestra:

El ya tan conocido asunto Edward Snowden, el ex informático que trabajaba para la CIA, quien por un tiempo se alineó por la derecha con el sistema y ahora se ha dedicado a acusar a nuestro vecino de algo de lo que todo el mundo sabía. El gobierno de Estados Unidos espía a sus amigos y enemigos, aunque más que amigos deberíamos decir socios, por dejarlo más amablemente.

Los mexicanos no podemos decirnos engañados (ahora que la Cancillería ha exigido que se aclare el asunto), pues hay que ver lo que el plenipotenciario Poinsett hacía en México, allá en los primeros años de independencia: intrigas, corromper a la clase política, sembrar discordia, animar a las sociedades secretas, entre otras divertidas actividades, hasta que fue incontenible su expulsión. En un imaginario hipotético, ¿qué respondería el gobierno norteamericano al mexicano y al de los demás países?: «Pues sí, señores, los espiamos y lo seguiremos haciendo, ustedes disculpen las molestias que con esto ocasionamos». Además el argumento de “es cuestión de seguridad nacional”, muy válido para ellos, tiene su parte de razón. ¿Y qué, los demás no espían?

Otro botón es un estudio patrocinado por la Fundación BBVA y dado a conocer por el diario El País el pasado jueves 11 de este mes, que recoge datos de 15 mil encuestas en 10 países de la Unión Europea. A la pregunta: ¿diría usted que se puede confiar en la gente? En una escala de 0 a 10, donde 10 es la mayor, las respuestas dan un promedio de 5,5. Los que más desconfían son las mujeres y los creyentes (de cualquier religión); apuestan más la confianza en la familia, después sus amigos y de ahí en adelante la confianza está a la baja.

El mismo diario español, pero un día después, el 12, en su contraportada “Desayuno con…” nos presenta una entrevista con Ellen Goldman, periodista y premio Pulitzer, ahora activista en busca que la gente sea capaz de expresar cómo ha de pasar los últimos momentos de su vida (como si eso fuera garantía de certidumbre), y dice, entre otras cosas, que habló “de todo con su madre, menos de cómo quería morir”. ¿Por qué resulta importante hablar de cómo queremos morir? ¿Por qué los europeos desconfían de casi todos aquellos que no son parientes o amigos? ¿Por qué Obama y su gobierno desconfían de los demás países?

La fe está relacionada con el amor, por eso en el estudio europeo se confía en los parientes o amigos. Se les conoce y del conocimiento puede derivarse el amor y la confianza, si hay confianza se tiene fe en los demás y en el porvenir.

En la teoría de la comunicación estudiamos que la certidumbre proviene del conocimiento y éste da tranquilidad, lo contrario resulta en una situación de estrés continuo que desgasta las relaciones y emocionalmente a las personas. La verdad es dura, pero la duda mata, dice la sabiduría popular. Por eso es tan peculiarmente delicado (entre otras razones) el momento de la muerte: nadie sabe cómo será, en verdad, aunque pretendamos dictar nuestra voluntad para ese trance. ¿Hay algo más, o ahí se acaba el show? Por eso la encíclica del Papa Francisco llega en un momento muy oportuno, en uno en el que al mundo le falta certeza.

¿Cómo recordaremos a Obama, a los europeos, a los mexicanos, a todas las personas de este tiempo? ¿La recordaremos como una sociedad mundial desconfiada? La Luz de la Fe es una buena manera de acercarnos a la certeza.

La falta de fe es un mal de nuestro tiempo, otro, los choferes. Ahí tiene al tristemente famoso “Nico”, de López Obrador, otro que no canta mal las rancheras, el del líder petrolero, que es capaz de gastar 30 mil pesos en una tarde apostando… Hasta la próxima.

Fernando Huerta Vilchis

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Fernando Huerta Vilchis es Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y Maestro en Comunicación Social por la Universidad Panamericana. Actualmente es candidato a Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro de la World Association for Public Opinion Research (WAPOR), de la Association for Education in Journalism and Mass Communication (AEJMC) y del Grupo Análisis Latinoamericano de Ciencia Política (ALACIP). Profesor en la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana Campus México. Puedes contactarlo en: fhuerta@up.edu.mx

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