Este viernes 01 de noviembre, celebramos el Día de Todos los Santos, recordando que todos estamos llamados a la santidad, sin importar nuestra profesión o vocación. Es por eso que en esta ocasión hablaremos sobre tres jóvenes en proceso de beatificación, que demuestran que ser santos es para todos.

Guido Schäffer

Santidad
Imagen recuperada vía Diócesis Azcapotzalco.

“Todas nuestras acciones deben tener como objetivo amar a Dios.”

Hay gente que dedica su vida al deporte; otras personas, a estudiar medicina; otros, a prepararse para el sacerdocio. Guido Vidal França Schäffer optó por hacer todas las anteriores, siendo un joven médico-seminarista-surfista.

Guido nació el 22 de mayo de 1974, en Río de Janeiro, Brasil. Siguiendo los pasos de su papá, estudió medicina. Trabajó de la mano de las Hermanas Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, asistiendo a enfermos marginados y pobres. En el hospital “Santa Casa da Misericórdia”, atendió a pacientes con VIH. 

El beato aprovechaba cualquier lugar para predicar el amor de Dios, desde el hospital hasta las olas del mar. Incluso formó un grupo llamado “Surfistas de María”, en el que invitaba a varios jóvenes a rezar el Rosario en la playa antes de practicar el deporte que tanto disfrutaba.

A pesar de estar comprometido, tras una visita del San Juan Pablo II a Brasil y un viaje a Roma, Guido se dio cuenta que su vocación era al sacerdocio. El beato mostraba un especial cariño por la evangelización a jóvenes, a través de la oración y amor a la Eucaristía.

El primero de mayo de 2009, a un año de ser ordenado sacerdote, murió en un accidente mientras surfeaba. Nueve años más tarde, una porción de la playa en la cual perdió la vida fue renombrada en su honor, por petición ciudadana. 

El 28 de mayo de 2023, el Papa Francisco lo declaró Venerable. Quienes conocieron a Guido destacan su cuidado hacia los pobres y su capacidad para aprovechar todo momento como una ocasión para evangelizar.

Monseñor Royo, de Madrid, destaca la actualidad y cercanía Guido: 

“Estábamos acostumbrados antiguamente a que a los santos los veíamos en cuadros; después hemos empezado a ver a los santos en fotografías en blanco y negro, después a color, y ahora ya los vemos hasta en YouTube, en video, tenemos videos actuales de los santos.”

Gianluca Firetti

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Imagen recuperada vía ChurchPOP.

“En el fondo estamos hechos para el Cielo. Para siempre. Para la eternidad.”

Nació el 8 de septiembre de 1994 en Cremona, Italia. Era un apasionado del fútbol y aspiraba convertirse en un experto perito agrícola. Sin embargo, a sus 18 años su vida cambió por completo, cuando le diagnosticaron osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso. 

Gianluca no permitió que su enfermedad fuera una fuente de tristeza para él y quienes lo rodeaban. Acompañándose por el Padre Marco D’Agostino, aprovechó su adversa situación para crecer en la fe y ser un reflejo de la esperanza que brinda el saberse amado por Dios. Además, el sacerdote fue su fiel compañero en preparación para su inminente muerte, .

Gianluca, lejos de lamentarse por su diagnóstico, buscó brindar consuelo a su familia y amigos, recordándoles la importancia de aprovechar de los pequeños momentos para vivir como verdaderos cristianos.

Su habitación en el hospital se destacaba por ser un espacio en el que el sufrimiento y el dolor se convertían en oración y encuentro. Gianluca solía recordarle a la gente que lo visitaba que solamente se está en la tierra de paso, pues nuestra meta final es la vida eterna.

Antes de su muerte el 30 de mayo de 2015, a los 20 años, Gianluca se despidió de sus amigos con las siguientes palabras:

“Te lo ruego, no malgastes la vida, sé bueno, estudia, porque yo cambiaría y estudiaría 500 páginas en lugar de sufrir”

Gianluca Firetti

Diversas personas han expresado palabras de admiración hacia la vida santidad que llevó Gianluca Firetti, entre ellos destacan:

“Yo también, con mi hermano, redescubrí la cotidianidad de las pequeñas cosas. Porque creo que son las pequeñas cosas las que cuentan en la vida. Y Gian nos lo enseñó.”

Federico, su hermano

“Cuanto más la enfermedad lo consumía, más brillaba su alma.”

Valentina, amiga que le presentó al Padre Marco D’Agostino

“La de Gian, humanamente, es una historia de dolor. Evangélicamente, una historia de gracia y de belleza. Creció e hizo crecer.”

Padre Jesús Silva, sacerdote que ha hablado sobre la vida de Gianluca en sus redes sociales

Montse Grases

Santidad
Imagen recuperada vía Opus Dei.

“Quiero la voluntad de Dios. Recuérdamelo, por si lo olvido: yo quiero la voluntad de Dios.”

María Montserrat Grases García nació el 10 de julio de 1941 en Barcelona, España. Formaba parte de una familia numerosa; fue la segunda de nueve hijos de un matrimonio comprometido con la formación en valores. Montse disfrutaba de los deportes y  la música, frecuentemente se le podía encontrar jugando tenis o basquetbol, o tocando el piano.  

Su familia se distinguía por ser alegre, sencilla y caritativa, virtudes que Montse aprendió a una corta edad, permitiéndole tener un gran círculo de amigos. A pesar de tener un temperamento compulsivo, se le reconocía un esfuerzo por dominarse y mostrarse amable con todos. 

A los 16 años, notando la importancia de la búsqueda por la santidad en la vida cotidiana, por lo que solicitó ser admitida en el Opus Dei. Priorizaba la contemplación de la vida de Jesús, el amor a la Eucaristía y la devoción a la Virgen María, además del servicio al prójimo.

Siguiendo la visión de San Josemaría Escrivá, Montse buscaba santificarse a través del cumplimiento de sus deberes, siendo una fuente de encuentro con Dios para sus amigos y familiares. Sin embargo, similar a Gianluca Firetti, su vida dio una vuelta de 180° cuando le diagnosticaron sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer, en el fémur. A pesar de los fuertes dolores que su enfermedad le ocasionaba, Montse se esmeró por mantenerse alegre, especialmente con sus amigas que la iban a visitar.

En su cotidianidad, Montse supo aprovechar la vida ordinaria para acercarse a sí misma y a otros a Dios. Además de darle una visión completamente distinta a la enfermedad, usándola como un camino de santificación, que la llevaba a vivir plenamente en paz. 

Montse se despidió de la vida terrenal el 26 de marzo de 1959, que en ese año fue Jueves Santo. A sus 17 años, Montse hizo viva la frase de San Josemaría Escrivá: “no esperéis a la vejez para ser santos: sería una gran equivocación.”

La santidad es para todos y se vive con todos

Santidad
Imagen recuperada vía Desde la Fe.

Algo que tienen en común estos tres destacables jóvenes es que reconocieron que la santidad no se consigue de manera individual. En los tres casos, sus familias fueron un espacio central para vivir su fe, lo cual extendieron también a sus círculos de amistades. El formar parte de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, les permitió llevar una vida en comunidad, reforzando la convicción por un estilo de vida cristiano. 

Finalmente, para cerrar esta nota sobre el Día de Todos los Santos, te dejamos esta frase de San Josemaría Escrivá, que engloba su perspectiva de la santidad:

“Ser santo no es fácil, pero tampoco es difícil. Ser santo es ser buen cristiano: parecerse a Cristo. El que más se parece a Cristo, ése es más cristiano, más de Cristo, más santo.”