Quinta edición del Festival Marvin, tres y media de la tarde, es el turno de The Guadaloops de tomar la batuta en el Salón Pata Negra. Con su sonido hip-hop y sus melodías y arreglos más complicados, The Guadaloops se adueña del lugar. Ya no cabe un alma más y el calor poco a poco se va encerrado hasta convertirse en una especie de sauna.

Mención honirífica a Ashauri & Jiony, quienes se presentaron antes de The Guadaloops. Uno de los actos más desconocidos y, desgraciadamente, con menos asistentes en esta edición del Festival Marvin. Unos cuantos afortunados llegan temprano al foro y pueden ver una parte de su presentación. Asharui es escritor y poeta; Jiony, DJ; su fusión proporciona un acto fuera de lo común: cargado de beats y ritmos oscuros que acompañan los poemas de Ashauri, dando como resultado un espectáculo poco habitual, potente, espiritual y llegador (uno de los mejores actos, en mi opinión).

Después, The Guadaloops, durante 40 minutos, deleitaron a su público con agradables ritmos funk, R&B y elementos del hip-hop. Todos los integrantes del conjunto se lucieron. Fernando Gonzáles nos dio una atmósfera cargada de beats lentos y agradables, mientras que Fermín Sánchez se lució con sus riffs de guitarra y su canto que proporcionaba ese estilo funk que hace tan especiales a sus canciones. Por su parte, Tino el Pingüino le dio la potencia, el rap y el punch a las canciones. La combinación de todo hizo del sonido de The Guadaloops algo único y especial en esta edición del Festival Marvin.

La gente estuvo hipnotizada por la fuerte presencia que Tino tiene sobre el escenario, imitaban todo lo que hacía: saltaban, brincaban y cantaban con todas sus fuerzas. Gritaban y ovacionaban a todos lo integrantes de la banda, gritos como “¡Maestro!”, “¡Excelente, bravo!” o “¡No ma…!” no se dejaron de oír durante todo el acto.

Resumiendo, The Guadaloops fue uno de los mejores actos de la quinta edición del Festival Marvin a pesar de haber sido uno de los primeros. Tino se lució con la potencia y presencia que marca sobre el escenario (además de su irrefutable talento), Fermín se lució en la guitarra y en sus cantos y Fernando proporcionó a la gente esa música y atmósfera tan necesaria que mantuvo bailando y gritando a todo el Salón Pata Negra.

Igal Weintraub (@igalws)