En su penúltima escala antes de volver a Roma, el papa Francisco visitó esta mañana el Colegio de Bachilleres del estado de Chihuahua para reunirse con trabajadores y representantes del sector empresarial de nuestro país.

Fue recibido con el mismo júbilo que le ha seguido a todos lados, vitoreado, alabado, agasajado con porras y canciones en su honor.

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Así como en eventos anteriores los protagonistas han sido niños, jóvenes, y familias, en esta ocasión las figuras principales fueron los matrimonios. La comparecencia de parejas trabajadoras ante el sumo pontífice fue una enunciación más del concepto de familia que la Iglesia quiere sostener ante el mundo.

El obispo de Roma escuchó las declaraciones de Daisy Flores Gómez, una joven secretaria que acompañada de su familia hizo notar las dificultades que viven los padres hoy en día para equilibrar su carga laboral con el deseo de atender a sus hijos.

Posteriormente, el papa recibió numerosos obsequios del gremio empresarial mexicano: primero le fueron entregadas cinco rosas de acero procedentes de Nuevo León, representando las cinco eucaristías. Por su parte, Adelaido Popoca, trabajador de maquiladora en la ciudad, le obsequió una muestra de los productos para vehículos que elabora y, para finalizar, Elvira Martínez, directora de Recursos Humanos en una maquiladora, entregó un producto digital.

Finalmente, su santidad tomó el micrófono. Esta vez su mensaje giró en torno a construir puentes de comunicación entre los diferentes grupos de trabajo con el fin de crear un futuro laboral con mayor humanismo y respeto.

“Todo lo que podamos hacer para dialogar, para encontrarnos, para buscar mejores alternativas y oportunidades, es ya un logro a valorar”, declaró. “No podemos darnos el lujo de cortar toda instancia de encuentro, de debate. Es la única manera de poder construir el mañana.»

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Destacó la importancia de no considerar a las organizaciones de trabajadores y a los empresarios como grupos antagónicos, pues “los une una misma responsabilidad: buscar generar espacios de trabajo digno y verdaderamente útil para la sociedad y especialmente para los jóvenes de esta tierra». Afirmó que la pobreza “es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia».

En esta ocasión el sumo pontífice exhortó a replantear el panorama laboral y la ética profesional de empleadores y empleados. Su crítica fue dura hacia las corporaciones que en aras de generar beneficios económicos sacrifican el bienestar humano y la calidad de vida familiar de sus trabajadores. “La mentalidad reinante… olvida que la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en las familias».

Para el papa Francisco ningún proyecto corporativo justifica obligar a las personas a que sacrifiquen tiempo de calidad con sus seres queridos, principalmente con sus niños. En su opinión, la convivencia familiar es el origen de una sociedad sana. Llamó a soñar en un México “donde la mamá y el papá tengan tiempo para jugar con sus hijos.”

No dudó en preguntar a los asistentes: “¿Qué mundo queremos dejarles a nuestros hijos? ¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso, y de la tierra para trabajar?”

El santo padre econoció que no es tarea fácil asumir el reto planteado, pero declaró que es peor dejar el futuro en manos de la corrupción. También hizo notar que el ciclo de abusos laborales debe romperse, pues las consecuencias de fomentarlo serán muy graves.

“Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días».

Finalmente, el pontífice invitó a soñar. “Soñar en México, el México donde no haya personas de primera, segunda, o cuarta, sino el México que sabe reconocer en el otro la dignidad del hijo de Dios».

Michelle López