Cuando hablamos del Tren Maya no hablamos de cualquier cosa. Se trata del proyecto más grande en cuanto a infraestructura de la actual administración. Sin embargo, varias organizaciones están preocupadas por el impacto ecológico que tendrá.

Un proyecto ambicioso

Un total de  mil 460 kilómetros de vías divididas en siete tramos conformarán el tren. Dos tramos llevan el nombre de Tramos Selva, dos Tramos Caribe, y dos Tramos Golfo. La ruta pasará por los puntos más importantes de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Durante el día transportará pasajeros y turistas, y por la noche mercancía. Hasta ahora, se calcula que costará 146 mil 100 millones de pesos. 

 

En cada una de las estaciones se van a desarrollar pequeñas ciudades, donde el 70% serán zonas verdes y el 30% zonas urbanizadas. 

La península de Yucatán y el Tren Maya

El sureste de México es una zona selvática, con gran diversidad de especies de plantas y animales, además de una gran riqueza cultural. Según el INAH, hay más de siete mil vestigios arqueológicos registrados. Cada año, recibe alrededor de 6.8 millones de turistas. 

Además, Viridiana Lázaro, especialista en agricultura y cambio climático de Greenpeace, agrega que la península de Yucatán es uno de los grandes pulmones que nos quedan, con reservas hidrológicas únicas en el mundo, así como hogar de miles de especies, muchas de ellas en peligro de extinción. Y no sólo eso, funciona como un sumidero de carbono (capta las emisiones de gases de efecto invernadero) y aporta dos terceras partes del agua renovable de todo el país, por lo que es de importancia nacional. 

Por eso, asociaciones civiles, activistas y sobre todo colectivos locales se encuentran preocupados debido a la vaga información que se tiene sobre el proyecto. Así lo denuncia tanto Greenpeace como el grupo de protección ambiental Pronatura.

“El tema importante no es el qué, sino el cómo se están haciendo las cosas. No hubo una correcta consulta indígena, no hay estudios de impacto ambiental. No nos vamos a enterar de los impactos ambientales puntales ni cómo lo van a remediar”, comenta Viridiana.

Y es que la institución federal Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo), encargada del proyecto, confirmó que se han evitado los estudios de Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) porque se presentó al proyecto como una “renovación” de las vías existentes donde se construirá el tren, y como “mantenimiento” de las carreteras dónde se construirán nuevas vías. 

A pesar de la pandemia, y que la CNDH ya ha ordenado la suspensión de las actividades del Tren Maya por no ser una actividad esencial, el pasado primero de junio el Presidente Andrés Manuel López Obrador dió el banderazo para el primer tramo de construcción. Ese mismo día, 159 organizaciones y 89 activistas presentaron una carta directa al Presidente por el tren. 

El impacto ecológico

Estos son los puntos más importantes que se han expresado en cuanto al impacto ecológico que tendrá el tren:

El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda)  indica que el proyecto llevará a la deforestación de dos mil 500 hectáreas de selva. 

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En los últimos cuarenta años de 1.8 millones de hectáreas de selva se redujeron hasta 570 mil. Dentro de ésta no sólo se encuentran diversas especies vegetales sino también animales, muchas de ellas en peligro de extinción; como los tapires, jaguares, tortugas blancas, la guacamaya roja, el mono araña, el ocelote, entre otros.

A pesar de que el tren se construirá en un 95% sobre vías ya existentes, el proyecto necesita que se talen 20 metros alrededor de cada vía, así como aquellos tramos donde no hay vías pero se planea abrir la carretera. 

 

Según un estudio de Conacyt, el Tren Maya también generaría la fragmentación de 23 Áreas Naturales Protegidas, dos de ellas Patrimonio de la Humanidad, siete Regiones Terrestres Prioritarias y 11 Regiones Hidrológicas Prioritarias.

La fragmentación significa que el tren haría un “muro” en medio de un hábitat, de manera que los animales tendrían difícil acceso para pasar de un lado a otro y conseguir recursos o reproducirse. 

Pronatura identificó que en el norte de estados como Campeche, Yucatán y Quintana Roo, el tren pasará por puntos importantes que mantienen conectada a la selva. Esto lo comentó María Andrade Hernández para el Diario de Yucatán y puedes verlo reflejado en el siguiente mapa:

 

Viridiana, de Greenpeace, agrega que zonas que se verán afectadas como Calakmul,  Sian Ka’an y Balamku forman parte de un corredor biológico que conecta las selvas de México con  Centroamérica y permite el libre tránsito de especies como el jaguar y el ocelote, entre otras. 

Otras consecuencias del Tren Maya

Entre las especies que se verían afectadas están los jaguares y los murciélagos.

El Jaguar es una especie en peligro de extinción, y la península de Yucatán concentra la segunda mayor cantidad de jaguares después de Brasil. Según una nota publicada por El Universal, 4 mil 800 jaguares se verían afectados con la fragmentación de su hábitat. La solución más probable para este problema será la construcción de puentes de fauna elevados, que cuestan cada uno alrededor de medio millón de pesos y nunca se han construido en nuestro país. 

El Cemda además advierte sobre los murciélagos, una especie nocturna que juega un papel esencial en la polinización. Estos animales se guían por los sonidos para reconocer su entorno (ecolocalización) por lo que el ruido del tren podría afectarles. 

El pasado 9 de junio se anunció que el tren funcionará con diesel.

Según el Fonatur, se llegó a esta decisión porque es más barato, sin embargo, México no produce la suficiente cantidad de diesel para echar a andar el tren.

Además, no tiene la calidad necesaria para no ser abrasivo con el medio ambiente, la calidad Ultra Bajo Contenido en Azufre (UCBA). Pronatura también advierte que si no se planifica bien, las consecuencias del Tren Maya podrían ser peores.

Según sus análisis, no basta con solamente construir sobre vías ya existentes. Una mala planificación llevaría a una reacción en cadena que podría provocar la desaparición de especies, erosión, contaminación, alteración del flujo del agua, fomento a la cacería y tala ilegal.