Olores, sabores, recuerdos y misticismo se conjugan en Tepoztlán, Morelos, lugar en donde el Día de Muertos se celebra para mantener viva esta tradición mexicana.

 

La costumbre consiste en que todos los niños del pueblo, acompañados de sus familiares y amigos, salen en la noche a las calles del centro para pedir dulces. Los propietarios de las casas y dueños de los negocios, esperan en sus puertas con golosinas y frutas la llegada de los infantes.

 

Los niños van de casa en casa cantando: “Una limosna para mi chilacayota” o “Mi calaverita tiene hambre...”.

Los niños van de casa en casa cantando: “Una limosna para mi chilacayota” o “Mi calaverita tiene hambre…”. | Créditos: Nicole Widmer

 

Cada año, la celebración consta de dos días. El 1 de noviembre en honor a los niños difuntos, y nuevamente, el siguiente fin de semana. En la primera fecha suelen asistir más personas debido al turismo; y en la segunda, celebrada este año el sábado 10 de noviembre, acuden mayormente los habitantes de la localidad.

 

Los tepoztecos evitan el Halloween, y con ello los disfraces propios del mismo. La tradición es que los niños carguen una chilacayota (fruta familiar a la calabaza), las cuales emanan luz debido a las velas puestas en su interior.

 

“Junto con mi papá decoré este año mi chilacayota. Me gusta mucho pasear con ella por el pueblo pidiendo dulces”, comentó Carlos Demesa, niño que por cuarto año consecutivo asiste a la festividad.

 

La iglesia de San Miguel Arcángel, marca cada hora con sus campanadas, el regreso de los difuntos. | Créditos: Nicole Widmer

 

La costumbre no es solo para los más pequeños; los adultos pueden degustar de ponche, atole, arroz con leche y apreciar las ofrendas de aquellas familias que conmemoran a sus difuntos. Las iglesias abren toda la noche y decoran sus atrios y patios con altares.

 

Los habitantes del pueblo velan afuera de sus hogares con fogatas, esperando el regreso de sus seres queridos. Además, marcan caminos con pétalos de cempasúchil para guiarlos.

 

“Mi familia y yo nos quedamos toda la noche conviviendo alrededor de la fogata en espera de mis familiares difuntos, especialmente de mi madre; ya que murió hace 3 años”, relató Fernanda Moreno, otra del festejo de Día de Muertos.