Cuatro visitas al consulado, la expedición de tres distintas cartas de aceptación a una universidad privada de la Ciudad de México y varios viajes con fecha de ida pero no de vuelta, de México a su país de origen –Venezuela–, son parte de la historia de María de los Ángeles, una joven que lo único que buscaba era estudiar una carrera en México y para quien la desinformación podría haber significado un grave peligro para la salud por la posibilidad de perder su documento migratorio de razones humanitarias.
Llegó el momento
María de los Ángeles –una joven venezolana de 21 años, de piel morena, ojos cafés redondos, cabello rizado y una blanca y grande sonrisa– se enfrentó en 2013 a un problema médico de gravedad que la llevó a abandonar su país para venir a vivir a México.
Ese año María de los Ángeles, entonces de 19 años, vivía en el estado de Anzoátegui –al norte de Venezuela– y cursaba el tercer semestre de la carrera en Ingeniería Química en la Universidad de Oriente Núcleo Anzoátegui (UDO) cuando recibió la noticia que alteraría sus planes de vida: si no salía de su país para recibir tratamiento contra una enfermedad grave que ya se desarrollaba en su cuerpo los médicos no podrían asegurarle que seguiría sin vida. Esto, debido a que en Venezuela no contaban con el medicamento necesario para ayudarle.
Ya que su tío es médico y trabaja en la Ciudad de México, su familia decidió que éste sería el país en el que María de los Ángeles recibiría tratamiento. Tomada esta decisión la joven emprendió el viaje separada de su madre y sin saber cuándo volvería.
Luego de ocho meses de tratamiento María quiso retomar sus estudios en su nuevo país mientras seguía bajo vigilancia médica. Decidió aplicar para la licenciatura en Comunicación, en una universidad privada de la capital. Su sueño: prepararse como periodista y ayudar a la gente de su país que se enfrenta a la desinformación. Desde 2014 Venezuela vive una fuerte censura: ese mismo año, el 12 de septiembre, el único canal de noticias que transmitía en dicho país, NTN24, fue sacado del aire. Además, otros canales informativos como Globovisión y el portal Noticias24 han tenido que hacer cambios en su línea editorial, omitiendo comentarios sobre el régimen de Maduro.
Antes de comenzar con Ingeniería Química en su país natal, la joven quería estudiar medicina. Tiempo después estaría contenta de no haberlo hecho: como consecuencia de su larga estancia en el hospital para recibir tratamiento, María siente repulsión hacia el alcohol isopropílico, el desinfectante de pisos y el café del hospital. Esta experiencia le sirvió para preguntarse cuáles eran sus metas en la vida y entonces decidió estudiar Comunicación.
María cuenta que la historia, la música y el cine siempre le han gustado, pero que más allá del glamour de los medios, de las entregas de premios y de los eventos desea compartir con los venezolanos la información correcta para que ellos saquen sus propias conclusiones sobre lo que pasa en el mundo.
Estudiar en México
Para comenzar sus estudios en México, solicitó el cambio de visado de razones humanitarias –el cual le fue otorgado por la Secretaría de Relaciones Exteriores para recibir tratamiento médico en el país– por uno de estudiante. Pese a que con el primer documento podía oficial, en las instituciones educativas mexicanas es necesario presentar el Visado de Residente Temporal Estudiante para poder hacer los estudios con regularidad.
Con este primer paso comenzó su viacrucis por las oficinas gubernamentales mexicanas. Aunque residía en México, para completar el trámite tuvo que viajar cuatro veces al consulado de Venezuela, lo cual se dificultó porque no tenía dónde quedarse en Caracas, a donde debió viajar sola. Esto implicó un gasto extra, además del boleto de avión, mismo que tuvo posponer dos veces debido a que no le entregaban el documento final.
Por otra parte, las autoridades migratorias mexicanas le pidieron una carta de aceptación por parte de la universidad mexicana a la que quería ingresar, con el objetivo de comprobar la solicitud del nuevo visado. Cuando María la presentó se la rechazaron, argumentando que no contaba con los requisitos necesarios para ser considerara legítima: fecha de ingreso, duración de la carrera, costo total y firma del director.
Sin embargo, cuanta María de los Ángeles que dicha carta se elaboró bajo los lineamientos que le especificaron por teléfono. De acuerdo con Ángeles Gómez, responsable de Admisiones en la universidad que expidió la carta, ésta contaba con la información que suelen requerir los consulados para estudiantes extranjeros.
Después de que la universidad enviara desde México dos cartas más –con la firma autógrafa de la directora de la carrera, las fechas de inicio y término de la licenciatura, los costos aproximados, la leyenda de aceptación y los sellos del departamento de Servicios Escolares– hubo otro requerimiento, el cual no había sido mencionado previamente en sus citas: la persona que debía comprobar la solvencia económica debía ser su madre, con quien María de los Ángeles no vivía desde que dejó Venezuela.
“¿Puedes entender mi frustración?”, me pregunta el día que la entrevisto, sentada en el jardín de la universidad donde estudia.
La información, de difícil comprensión
Esta alegre joven viajó a México en busca de una solución a un sistema de salud deficiente en su país de origen, consecuencia de una complicada situación política y económica basada en los recortes presupuestales. En Venezuela María de los Ángeles no habría conseguido los medicamentos necesarios para su tratamiento. En México, tras ocho meses en el hospital, se vio envuelta en un proceso que hizo peligrar su documento de visa por razones humanitarias.
“Lanza SEP sitio para atraer a estudiantes extranjeros”, dice un titular de Noticieros Televisa del 20 de mayo de 2014. Noticias como ésta hablan de los esfuerzos del gobierno mexicano para promover la integración de extranjeros.
Según una solicitud de información realizada en el sistema Infomex, al 31 de julio de 2015 había en el país 13 mil 841 personas con tarjetas de residente temporal estudiante vigentes, de las cuales mil 376 provenían de Estados Unidos y sólo 886 de Venezuela.
Este documento migratorio tiene una vigencia por el tiempo que duran los estudios de la persona en México. El estudiante puede después ampliar la visa y obtener un permiso de trabajo. Luego, si el estudiante decide quedarse en México al terminar sus estudios –ya sean de licenciatura o posgrado–, puede ser candidato a la residencia.
Los trámites necesarios para hacer la gestión deben ser consultados directamente en los consulados de México en el país del que provenga el interesado.
En México el primer contacto de todo inmigrante con el sistema migratorio se da en el Instituto Nacional de Migración (INM), el cual se encarga de dar seguimiento a sus casos. María de los Ángeles comenta que al revisar la página web del instituto no encontró la información completa sobre el proceso para obtener la visa de estudiante, tampoco en la del consulado de México en Venezuela.
En entrevista, el funcionario Fernando Urbina, director de Planeación y Promoción Migratoria del Instituto Nacional de Migración, reconoció que “el problema es que la información está ahí, pero no es de fácil conocimiento. Es necesario explicarla de manera más simple y que el acceso a la misma sea más rápido”.
Dicha información es presentada dentro del portal en línea del instituto y está escrita en términos legales que no son de fácil comprensión para quienes no están familiarizados con ellos.
Urbina indicó además que la Secretaría de Relaciones Exteriores es la dependencia encargada de expedir los visados y la que proporciona la información sobre los requisitos para el trámite de la visa. Dejó claro que el proceso debe hacerse con la SRE y no con el INM. Esta reportera solicitó una entrevista con el responsable del tema en la Cancillería, pero no obtuvo respuesta.
María de los Ángeles, alumna de excelencia en Venezuela, tenía 19.20 puntos de los 20 necesarios para ser colocada en la universidad y carrera de su preferencia. En ese momento se encontraba antes de conocer su grave estado de salud. La oportunidad de retomar sus estudios en nuestro país se veía lejana debido a la desinformación, trámites sin fin, visitas múltiples a Caracas, gastos de transportación, cuotas por expedición del visado y una larga espera por el documento final. El proceso se resumen en mes y medio de trámites y casi 30 mil pesos mexicanos.
Actualmente, tras cinco horas de viaje en auto a Caracas, un par de fotografías, el hospedaje de una noche más en la ciudad capital y cuatro días más de espera, María de los Ángeles termina su primer semestre como alumna en México, tiene todos sus documentos en forma y espera graduarse para conseguir un buen trabajo en el que pueda aportar a la sociedad, quizás en medios de comunicación o en alguna fundación, aún no está segura. Pero sobre todo le ilusiona ayudar a su familia y, por su puesto, volver a su país para poner su granito de arena.
Después de todo el proceso María de los Ángeles aprendió que México y Venezuela se parecen mucho en la forma en que se manejan los trámites. Sin embargo, piensa que México se encuentra algunos pases adelante de su país, por ejemplo, en oportunidades laborales, calidad de vida y servicios de salud.
María de los Ángeles, ahora fuera de peligro, se mantiene positiva. Sigue disfrutando ir al cine, leer, tocar la guitarra y cantar. No ha perdido la esperanza de ver nuevamente a su país, y verlo diferente, mejorado.
Con la mirada iluminada me despide con ésta, su frase favorita con la que describe este capítulo de su vida: «La vida es un libro y hay mil páginas que aún no he leído (Will Herondale, Clockwork Princess, Cassandra Clare)».
María del Pilar Ardines Chaho
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Este reportaje forma parte de una serie de textos que se trabajó en la clase de Periodismo especializado, a cargo de la profesora Verónica Sánchez, durante el segundo semestre de 2015.