Este viaje que están por leer comenzó en 2000, dos años después de que la selección francesa de “negros, blancos y árabes” revolucionara el futbol internacional al conquistar la Copa del Mundo de 1998. Francia llegaba como favorita a la Eurocopa de Bélgica-Holanda y, dentro de ella, Alberto Lati comenzaba a armar la primera de múltiples historias donde el deporte y la sociedad se vuelven uno mismo.

 

PREGUNTA. Vamos a volar un poco en el tiempo, regresemos 18 años y comencemos con la Eurocopa de Bélgica-Holanda. ¿Quién era ese Alberto con respecto al de ahora, qué comparación encuentras?

RESPUESTA. Lo primero es que aquel Alberto iba por el futbol y el lugar en el que se realizaba el torneo era casi incidental o accidental. Hoy por hoy, en mi carrera, lo menos importante para mí ya suele ser el deporte que se desempeña. Soy súper futbolero, me emociono y grito, quiero ver grandes partidos y récords en Olímpicos, pero para mí es mucho más importante el contexto social, cultural, político, lo que tiene la sede, más allá de lo que el evento como tal tenga. Una diferencia muy personal es que en aquel momento me di cuenta de que lo único que yo no quería hacer era convertirme en un corresponsal. Lo que pensé que no quería que fuera mi camino, terminó por ser lo que más me apasionó y me permitió conseguir un sello para mi carrera: estos viajes.

 

P. ¿Qué tan difíciles son ellos (los viajes)? Has visitado muchísimos lugares y no es lo mismo tener que ir a Beijing que a Sudáfrica. ¿Cómo te enfrentas a eso y más tú que preparas las coberturas meses antes?

R. Un concepto básico que descubrí poco después de esta cobertura (Bélgica-Holanda 2000), cuando ya estaba viviendo en Japón para la Copa del Mundo 2002 fue: si tú no te adaptas al lugar, el lugar no se va a adaptar a ti. Suena obvio, pero lo obvio no siempre lo asimilamos, es un proceso con muchas resistencias. Cuando logras entender esto, en cualquier circunstancia, y te adaptas y no exiges que lo ajeno se adapte a ti, eres más feliz y exitoso.

 

Lati durante la cobertura previa a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Verano en Beijing 2008.

Lati durante la cobertura previa a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Verano en Beijing 2008. | Fuente: Página oficial de Alberto Lati.

 

P. En esa adaptación tiene que venir también una planeación. Teniendo en cuenta momentos como Grecia -un país que por momentos vivió la euforia de Juegos Olímpicos y la Eurocopa ganada por su Selección, pero que después se apagó- o Brasil, donde se dio un problema en el cual no se aceptaban ni el Mundial ni los Juegos Olímpicos por temas económicos, pero que de todas maneras se llevaron a cabo. ¿Cómo te enfrentas a esos retos para adaptarte a una sociedad tan conflictuada?

R. El reportero, y creo es algo genial de esta profesión, va hacia lo imprevisto. Tú te puedes preparar mucho, puedes leer libros, puedes generar ideas, puedes llegar a la calle y ver cosas, pero, de repente, las cosas dejan de ser como tú las veías o las entendías. No solamente el corresponsal o periodista, los locales también desconocemos a nuestra sociedad o el fenómeno social que tenemos a la vuelta de la esquina.

El caso griego anticipó de muchas maneras una población local de un mega evento deportivo preocupada, molesta y fastidiada con las consecuencias que ese evento podía tener para su economía, política, sociedad y su nación en general. Esto se mantuvo en Alemania, se dio en Sudáfrica, en China no porque la protesta no existe como tal en ese marco tan controlado y centralizado, pero en Londres se dio de otra manera y en Brasil lo vimos a una escala muy superior. Siempre insistiré que el cambio que me tocó ver en Brasil, de que llegué para la cobertura de la Confederaciones 2013 a cuando estalla la primera manifestación por el aumento del precio en el transporte público, fue brutal. Brasil desde entonces no ha vuelto a ser la misma.

 

P. Entonces esto nos hace pensar que Latinoamérica ya no es la que trajo Mundiales y no debería pensar en tener eventos tan grandes como Olímpicos y los mismos Mundiales.

R. Cuando México se aventó a Olímpicos, estos demandaban algo diferente, igual cuando se aventó a sus Mundiales. En el de ’86, México lo gana por las garantías que da la iniciativa privada, en particular Televisa por medio de Guillermo Cañedo que era un alto cargo de la FIFA. Los Mundiales y Olímpicos, hoy por hoy, demandan finanzas muy diferentes. Brasil estaba convencido que se podía trepar a esa ola de los países BRICs con Rusia, China y Sudáfrica. Al final lo hicieron, pero se cayeron de una manera brutal; aventarse a eso es muy complicado. Hay que ver lo que está pasando con Tokio, que con la precisión de cuentas que suele caracterizar a los japoneses, arrancaron diciendo que (los JJOO de 2020) iban a costar 8 mil millones de dólares y el anuncio de ayer es que van para 25 mil y contando. Hoy las finanzas latinoamericanas no te permiten eso, hay otras prioridades.

 

Tokio fue elegida en 2013 como la sede para los próximos Juegos Olímpicos.

Tokio fue elegida en 2013 como la sede para los próximos Juegos Olímpicos. | Fuente: Tokyo 2020 Twitter

 

P. Pero entonces, preparar un evento de esta magnitud ya no es fácil para ningún país. Rusia, un ejemplo, no la tuvo nada sencillo al haber peleado con asuntos sociales y económicos. ¿Habría que reconsiderar qué se está haciendo con los eventos deportivos en las distintas naciones?

R. Es un gran tema de debate que ni el COI ni la FIFA logran solucionar. Quieren bajarle al precio, quieren que el Mundial sea de fácil organización para cualquiera, pero al final se dan cuenta que no puede ser así. Un parteaguas importante en ese sentido es previo a Atenas 2004 porque la seguridad crece en lo que le demanda el país anfitrión; habían sido los atentados del 11 de septiembre y las sociedades se sentían más vulnerables de lo que antes había sucedido, por lo que el gasto en inteligencia y equipo militar es tremendo.

Luego vienen corruptelas al interior de los escenarios. Brasil 2014 tuvo estadios inflados por cinco o por seis por gastos innecesarios.

 

P. ¿Y cómo puedes llegar al punto en el que te veas capaz de explicar esto, por las visitas que has hecho o las preparaciones previas? ¿Es más fácil verlo como ciudadano o desde un punto de vista del reportero?

R. Yo ya no soy capaz de viajar a un lugar como ciudadano. Si perdí el privilegio de la inocencia, no lo sé. Permanentemente, cuando voy a algún lado, al que sea, los ojos son de periodista; estás viendo, oliendo, detectando, preguntando, escuchando. Sin esa curiosidad yo no sé viajar. Te ayuda mucho el leer, pero más el estar; una sin la otra no basta. Tú estadía en un lugar para una cobertura nunca será igual si no lo has leído antes y tus lecturas de un lugar no serán iguales si no has estado ahí. Los dos viajes, el literario y el presencial, son igual de indispensables.

 

En su labor para la Copa del Mundo de 2010, Lati visitó el pueblo pesquero de Gansbaai para nada con tiburones.

En su labor para la Copa del Mundo de 2010, Lati visitó el pueblo pesquero de Gansbaai para nada con tiburones. | Fuente: Página oficial de Alberto Lati.

 

P. ¿Entonces ello cómo te ha llevado a ver a México el día de hoy?

R. Me molesta la polarización. No todas las respuestas están en el ataque fácil o la descalificación inmediata. En el fondo, todos queremos el bienestar de México y queremos solucionar problemas que parecen endémicos, cuando no tendrían que serlos. Nos perdemos todos en la descalificación. Mientras no entendamos que vamos hacia el mismo lado, esto no va a funcionar y, por eso, me gusta entender las diferencias entre países y, a veces, el futbol nos da esa pauta.

El sur de Alemania, en el Mundial de 2006, quería que Oliver Khan, estrella del Bayern Münich, fuera titular. Del otro lado estaba Jens Lehmann, representando a la zona industrial de la cuenca del Ruhr y quien jugó en Dortmund y Schalke con otra formación. Los dos se tiraron con todo y, cuando Jürgen Klinsmann apuesta por Lehmann, Oliver Khan se quedó callado y no dijo nada, no eran amigos y ni se les veía hablando, pero, antes de la serie de penales contra Argentina, este fue a decirle a Jens Lehmann cómo tiraban los argentinos y contribuyó al éxito de Alemania. No se abrazaron, pero jalaban para el mismo lado: eso es parte de Alemania, entender un concepto de unidad. Creo que ese ejemplo nos dice mucho de lo que tendríamos que aprender como sociedad.

 

 

¿Qué son los sueños para Alberto Lati?