Si Diego Armando Maradona regresara hoy al sitio donde anotó su mítico gol conocido como la “Mano de Dios”, con la camiseta de la Selección argentina, probablemente no lo reconocería.

El estadio ya luce los postes de gol de campo por donde los pateadores de ambos equipos intentarán anotar | Crédito: Héctor Tapia

Desde la semana pasada, las porterías que adornaban las cabeceras del Estadio Azteca en la Copa Mundial de la FIFA de 1986 cedieron su sitio a unos largos postes amarillos.

Esto es una señal que miles de aficionados mexicanos al futbol americano esperaron por más de una década: la NFL estará de regreso en el país.

Los Houston Texans (6-3) y los Oakland Raiders (7-2) son los invitados al que es uno de los espectáculos deportivos más esperados del año en México.

Ambos equipos se enfrentarán el próximo lunes 21 de noviembre a las 19:30 horas en la cancha del Estadio Azteca, como parte de la jornada 11 del calendario de la NFL.

El ansiado retorno del ovoide a territorio mexicano motivó a que los dueños del “Coloso de Santa Úrsula” pusieran en marcha una serie de remodelaciones para darle una nueva cara.

Una de las guías de las visitas por el estadio habló para Diario UP sobre los trabajos que se han llevado a cabo desde inicios de 2016 en el inmueble que actualmente alberga los partidos del Club América y la Selección Mexicana de futbol.

El aforo del estadio se redujo considerablemente, ya que pasó de poder recibir a 105 mil personas a unas 87 mil. Esto para abrir paso a nuevas zonas de palcos VIP y butacas preferentes que permitan disfrutar de espectáculos con mayor comodidad.

El césped, con semillas traídas de África, será pintado en los días siguientes con la configuración propia de un partido de americano, y con los colores distintivos de ambos equipos en la zona de anotación.

Para el encuentro del lunes también fue necesaria la construcción de vestidores con la capacidad de dar atención a los jugadores y cuerpo técnico que integran la numerosa plantilla de un equipo de futbol americano profesional.

Las autoridades capitalinas esperan una asistencia mayor a 75 mil personas | Crédito: Héctor Tapia

En la explanada del “Coloso” ya se respira el ambiente de celebración. La escultura “El Sol rojo” del artista Alexander Calder convive con carpas que se adaptarán como “fan zones”.

Algunos curiosos ya se asoman al lugar para fotografiarse con las pancartas gigantes de jugadores de Houston y Oakland que cuelgan del techo del estadio y de la tienda oficial del Club América.

Referirse al estadio Azteca es hablar de historia deportiva. Desde su inauguración en mayo de 1966, en su interior se han escrito algunos de los capítulos más memorables del balompié nacional e internacional.

En 1986 se convirtió en el primer recinto en albergar dos finales de Copa Mundial, cuando Maradona empató la hazaña alcanzada por Pelé en 1970 y levantó el trofeo Jules Rimet.

Este estadio también ha sido anfitrión de los logros del Club América, así como del Cruz Azul, Necaxa, Atlante, quienes han jugado en su cancha en distintos periodos.

Ahora bien, su capacidad de convocatoria no se limita al rodar de un balón.

 

Los jugadores atravesarán un túnel de 250 metros de piedra volcánica para saltar al campo | Crédito: Héctor Tapia

Visitas del papa Juan Pablo II, peleas de box con Julio César Chávez sobre el cuadrilátero y conciertos de artistas como Michael Jackson, U2 y Paul McCartney, han transformado al Azteca en una especie de santuario de entretenimiento de la Ciudad de México.

 

El lunes, los Texans se unirán a los Cowboys, Patriots, Chiefs, 49ers y demás equipos, incluyendo a sus oponentes de californianos, que han defendido sus colores en el Estadio Azteca.

Las localidades para atender al encuentro se agotaron en cuestión de minutos y se espera que millones de personas alrededor de la República lo sigan por televisión, radio o internet.

Tras 11 años de espera, desde el último encuentro de la NFL en México, solo es cuestión de horas para que la patada inicial ponga en marcha el ovoide y transforme la cancha del Estadio Azteca en un emparrillado.

Héctor Tapia Martínez